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lunes, 23 de septiembre de 2019

MINDHUNTER 2: Los que importan





Hace un par de años, Mindhunter revivió el aire a clase magistral que nos aturdió como espectadores
de los primeros CSI, y que luego se diluyó en excesos como Criminal Minds. Las profusas entrevistas
carcelarias a psicópatas asesinos que escribieron páginas reales en la crónica negra estadounidense
suscitó a más de uno la necesidad de tomar notas. El impecable manejo del lenguaje técnico,
las reglas de negociación, los albores de la moderna psicología, y la medida recreación de los
detalles escabrosos sorprendieron incluso a los que ya seguían a su creador y productor,
David Fincher. Dos temporadas se han necesitado para que el rarito Holden y el gruñón Bill sigan
indagando en las motivaciones de un ser humano para matar en cadena. 
En esta nueva tanda ha sido publicitada de manera colaborativa con la última de Tarantino, merced
a la coincidencia de personaje y actor protagonista (Damon Herriman como Charles Manson).
Mero gancho, puesto que la famosa entrevista ocupa poco más de quince minutos, y quizá
contribuye a la decepción que se ha percibido entre los que eligen serie  favorita con la
condición de que nada cambie, nunca. Esta vez, los policías, y la doctora Carr asumen más minutos
para explicarse a sí mismos. Algo completamente lógico en el desarrollo de un arco argumental,
aunque sea tan demorado como en este caso. Y de entre todos ellos, el más protagónico no es el
que cabría esperar. El hermético y muchas veces ininteligible agente Ford abre ambas temporadas
con variadas problemáticas que le dibujan como un ser complejo que sustenta en esa complejidad
su brillantez laboral. Pero los que se llevan esta vez la mayor parte de sustancia son la doctora
Wendy Carr y su rabiosa y cara independencia, y el agente Tench, atado esta temporada a un
problema familiar que le hace pionero en ensayar una mezcla de conciliación y puente aéreo entre
Virginia y Atlanta. Lo cierto es que no necesitábamos saber de la vida amorosa de la profesora para
admirar su desempeño en, este sí, un mundo de hombres. 


Que el cabal Bill Tench tenía un hijo rarito ya lo sabíamos. La subtrama de la que algunos se han
quejado es profundamente pertinente y es inevitable recordar a Dexter, aquel encantador policía de
Miami con un agudo sentido de la justicia, cuya trayectoria pretendía demostrar que los asesinos, al
igual que los talentos musicales y deportivos, nacen y después se hacen. Aquel pragmático padre
suyo, también policía, que sabedor del irremisible destino de su hijo, le impone el código ético que
regirá sus andanzas, es quizá el espejo del futuro que le espera al miembro fundador de la Unidad
de Comportamiento. Como la madre de Dexter, su esposa se mantiene en la negación, primero, y
después evoluciona hacia un valiente- en términos de guion hablando- desapego hacia la criatura,
autojustificado en que no es biológicamente nada de ella. Y, sobre todo, este arco cumple
impecablemente la función de ser un paralelo a pequeña escala de la gran investigación de la
temporada, además de dar algunas respuestas sobre las infancias de los entrevistados.
Las idas y venidas entre el cuartel de Atlanta,el de Virginia y  los aeropuertos nos hacen añorar una
època de la aviación comercial que nunca conocimos los que empezamos a viajar después del 11-S.
Ese “voy para allá”, llegar, comprar billete y embarcar, por ejemplo. Pueden parecer detalles banales,
pero siempre encajan en la sobria e hiperrealista ambientación de los principios de los ochenta. 
La trama de los sobrecogedores crímenes de Atlanta, que habrá sido convenientemente revisada
via Wikipedia por el espectador curioso, ofrece también momentos de muy tenue humor que liman a
lgo la aridez del asunto. Ver al agente Holden lidiar con la burocracia con gesto de no entender los
mecanismos del mundo, y remangarse para montar las decenas de cruces que pide para el
ceremonial y que le llegan como compradas en Ikea. 
Muy propio de su carácter es no entender tampoco ser la marioneta de sus jefes, que ningunean
al principio su interés por los casos para después enviarlo con toda la caballería y por último,
desentenderse tras conseguir al aparente culpable. Reagan acaba de ganar las elecciones y los
jeritalfes del FBI necesitan aportar méritos. 

El mundo sigue siendo ancho y ajeno, que dijo el latinoamericano Ciro Alegría; y gris, muy gris. 

MINDHUNTER, en Netflix.
Creador: Joe Penhall
Productores ejecutivos: David Fincher, Charlize Theron
Reparto: Jonathan Groff, Holt McCanally, Anna Torv
Basada en el libro de John Douglas y Mark Olshaker.