cabra

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domingo, 2 de julio de 2017

CINE: SELFIE (2017)


La justicia poética es un concepto difuso que ha dado nombre a algún ensayo y a alguna película. Implica un aparente triunfo del bien sobre el mal que reconforta y renueva nuestra fe en el orden cósmico. Pues bien, a mi juicio, el nuevo trabajo de Víctor García León después de la excelente Vete de mí, es una a ratos enloquecida oda a la justicia poética. Cuántas veces el pueblo llano, extenuado ya de indignarse y de meter rodajas de chorizo en los sobres electorales no ha deseado las desventuras del protagonista para sus élites extractivas. Lo que ocurre es que el escarmiento y el placer de la desubicación y el desconcierto del otro se limita al principio de la peripecia. La capacidad de adaptación del ser humano es infinita, de ahí su éxito. Los que viven en la cumbre de la cadena trófica pueden sobrevivir en la base.
La historia de un pijo de manual que se ve desahuciado literal y socialmente de su área de seguridad debido al encarcelamiento de su padre corrupto exige en su desarrollo altas expectativas. Uno de los aciertos de la película es la importancia de la forma. El término “mockumentary” de movedizas líneas entre realidad y ficción, se coronó televisivamente con The Office y Modern Family, pero en en España, definitivamente, con aquel Salvados sobre el 23-F. Aquella noche debe servir aún para el cuñadismo de las nochebuenas (yo no me creí nada, desde el primer momento se veía el truco y tal). Las cámaras de Selfie no aparecen nunca pero son omnipresentes. A ratos complacientes, a ratos molestas como paparazzi, se rebelan en el momento en el que debieran haberse replegado. Ese punto de giro en el que Bosco, con cara de circunstancias, mira al objetivo tras haber sido expulsado de su máster, después de habernos regalado un tour por el lugar en el que “ocurre la magia”. Una persona corriente habría necesitado intimidad para digerir los golpes que se van sucediendo, pero el contrato social de Bosco con sus seguidores (nosotros), impera. Y es a partir de entonces cuando las ansias de justicia social no van siendo recompensadas, porque Bosco es un superviviente, como corresponde a los de su clase. En este ambiente de incómodo voyeurismo, comprobamos también la derrota de la dialéctica. En una sucesión de réplicas y contrarréplicas, (“reventar”, “qué vais a reventar vosotros”, “no habéis reventado ni el bipartidismo”) y en confesiones que de tan sinceras provocan la carcajada estupefacta (“el machismo es lo peor de todo”, “debajo solo está el abuso sexual”), (“Mi padre es feminista, aunque no lo sabe”, “todos hemos ayudado a nuestra madre a vivir su vida”). García León nos presenta a un ser tan repulsivo en su superioridad que no desdeña ni un tic. Muy reveladores son los momentos “pijolácteos”. Una combinación del extraterrestre Gurb en la odisea del extrañamiento y del maniqueísmo que exhiben los personajes de Patria.
Del otro lado, el retrato sarcástico y dolido de una juventud tan reivindicativa como ingenua. Esta misma temporada ha pasado fugaz por la cartelera Ranas (Igelak), de Patxo Tellería, una comedia vasca de similar punto de partida y que resulta fallida e intrascendente por su rumbo buenista. Un rumbo que Selfie va sorteando muy inteligentemente.
Santiago Alverú borda al infortunado antihéroe y se beneficia de un reparto de secundarios bien conocido en el mundo teatral, y del que sobresale la activista encarnada por Macarena Díaz en un cóctel maestro de tópicos, realidades y destellos de ese humor tan ofensivo solo en las redes.

SELFIE (2017)
PAÍS: España
DIRECCIÓN Y GUION: Víctor García León
FOTOGRAFÍA: Eva Díaz
REPARTO: Santiago Alverú, Macarena Díaz, Javier Caramiñana, Alicia Rubio, Pepe Ocio.
DURACIÓN: 87 minutos.
GÉNERO: Comedia, Falso documental
Premio de la Crítica y Mención Especial del Jurado en el Festival de Málaga 2017.

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