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domingo, 1 de octubre de 2023

CINE DE INICIO DE CURSO. MONSTRUO. Kore-eda y el acoso escolar.

 


 

 

Hay monstruos en todas partes, pero en unas más que en otras. El japonés Koreeda, uno de los grandes del cine contemporáneo, frecuentador de festivales y carteleras, acude a su cita con las salas españolas en este inicio de curso con una historia de lacerante pertinencia. Igual que el azaroso azar unió hace unas semanas a la  obra teatral Prima Facie con el caso Rubiales, este sentido alegato contra el desamparo infantil y las situaciones que conlleva, coincide en el tiempo con el suceso de Jerez de la Frontera. Quizá esta circunstancia aumente su visibilidad, aunque no llegue a conseguir agotar localidades y una reposición navideña como el monólogo de la inconmensurable Vicky Luengo. 

Es este su primer trabajo con un guion ajeno, aunque no se nota. El texto firmado por Yuji Sakamoto vuelve a los temas transversales de la filmografía del director, y se esfuerza en crear vínculos emocionales entre espectador y personajes esquivando con solvencia la amenaza de sentimentalismo. Sin la agudeza de anteriores ocasiones, hay que decir.

La historia dolorosamente universal de un niño de primaria que empieza a comportarse de manera extraña es contada en tres actos y tres puntos de vista. El de su madre, el del profesor implicado, y una conclusión salomónica por parte del ojo de la cámara. La madre, viuda aunque tratada de soltera, es víctima también de los prejuicios que aún sustentan una sociedad tan bipolar como la japonesa. Primeramente parece reaccionar con cierta lentitud a los signos de sospecha. Su actitud conciliadora después de que su hijo  se tire del coche en marcha recuerda a esas progenitoras de hikikomoris que prefieren hacerse una cocina nueva porque su hijo se ha encerrado en ella en lugar de tirar la puerta abajo al modo mediterráneo. Cuando toma conciencia de la situación y exige explicaciones, se topa con la reacción digamos tibia del centro educativo, que la trata con conmiseración y la acusa nada veladamente de exagerada. El veredicto de este primer acto es claro, y gustaría a los jueces sumarísimos que pueblan las redes estos días. 

Es el punto de vista del profesor el que va aportando nuevos datos, y destapa la decisión creativa que lastra la propuesta. El suspense por saber quién tiene la culpa se construye a base de seleccionar y temporalizar los datos necesarios para que el espectador decida, de tal modo que su resolución coincida con la que nos da el punto de vista objetivo en el tercer acto. En ocasiones el hilo no es muy fino. 

En cualquier caso, la visión poliédrica de un asunto, el del acoso, que jamás es lineal ni sencillo de desmadejar, es expuesta con pulso y con profusión de detalles acerca del destrozo que actitudes y comentarios hechos con o sin pensar hacen a multitud de vidas. Los niños protagonistas estremecen con su manera de afrontar comportamientos inexplicables de sus semejantes y de los adultos, culpables sin miramientos. El aprovechamiento depredador de los medios de comunicación de hoy,los secretos que ocultan los que debieran protegerlos. Casi todos los personajes utilizan la palabra "monstruo" para su particular contexto, dejando claro cuál la hipótesis ganadora.

Entre la desolación asoma la visión esperanzada tan propia del director. La inocencia de las criaturas, y la idea de la naturaleza como refugio. La luz del bosque frente a la oscuridad de la escuela y de las casas. La tempestad de la que el que sobrevive sale más fuerte. Al final, el mensaje nítidamente contemporáneo de aceptar y aceptarse sobrepasa la ruta inicial de melodrama más misterio. 

MONSTRUO

Título original: Kaibutsu

País: Japón

Duración: 126.

Dirección: Hirokazu Koreeda

Guion: Yuji Sakamoto

Reparto: Soya Kurukawa, Hiiragii Hinata, Sakura Ando, Eita Nagayama, Mitsuki Takahata, Yuko Tanaka. 

Música: Ryuichi Sakamoto

Fotografía: Ryûto Kòndo.


Ganadora del premio al mejor guion en el festival de Cannes 2023.