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domingo, 24 de noviembre de 2019

CINE: VENTAJAS DE VIAJAR EN TREN

La etiqueta "de culto" en las artes suele ser sinónimo de que cierta obra ha sido vista/leída/disfrutada por un selecto número de privilegiados, que han sabido descifrar sus códigos, fuera del alcance de los que buscan en el cine o en los libros una mera forma de entretenimiento. Esto está muy bien para el creador, que tampoco le hubiera hecho ascos a una recepción más amplia. A veces, pocas, la obra "de culto" se regenera años después porque encaja con alguna moda inexplicable, y los artistas, si no han muerto ya, obtienen al fin su hueco en las apretadas agendas de medios y consumidores de cultura. 
En el año 2000, el escritor y profesor universitario Antonio Orejudo publica en Tusquets Ventajas de viajar en tren, una novela corta y extraña, un homenaje al marco narrativo y a la estructura de cajas chinas de las colecciones de cuentos orientales. Su particular sentido del humor ya asomaba en su primera obra, Fabulosas narraciones por historias, de 1996. Ambas fueron premiadas rápidamente con la etiqueta de marras, y aún pueden encontrarse ejemplares de bolsillo en los estantes de las grandes cadenas libreras. 
Casi veinte años después, ha tenido que llegar un admirador confeso para llevar a la pantalla la epopeya costumbrista de la editora Helga Pato y su realidad ficción realidad. Aritz Moreno, guionista y productor, recoge el guante en su primer largometraje, con una apuesta muy clara por la construcción visual. La presencia del color, los golpes de cámara, las escenas cortas superpuestas, son el cauce adecuado para el torrente narrativo  que se marcó Orejudo, a quien las críticas de la película apenas mencionan, por cierto. Los primeros planos de rostros desencajados, inquisidores, enloquecidos, expresan certeramente la incapacidad del espectador por encontrar a todo aquello un hilo conductor a lo convencional. Y claro, si uno no sabe de qué va el asunto, comienzan las incomodidades. Saber que uno debería reírse pero no saber ni cuándo ni por qué. Los que van avisados no esperarán la carcajada. En el absurdo contemporáneo, lo que se lleva es la media incrédula sonrisa. Sin ser heredera fiel, sí es inevitable recordar hitos como Amanece que no es poco, El milagro de P. Tinto, Justino, un asesino de la tercera edad, Gente en sitios, o la rara entre las raras Algo muy gordo. También al Hotel Budapest de Wes Anderson. 
La ventaja de viajar en tren es, principalmente, la de conocer gente. Aprovechar el trayecto para entablar conversaciones inesperadas con desconocidos que sorprenden, es incluso el leiv motiv de la publicidad de Renfe. Clásicos dispares como Extraños en un tren o Antes del amanecer animan a subirse al ferrocarril para que individuos enigmáticos nos hagan propuestas irresistibles que nos cambien la vida. 
Obviando la existencia del teléfono móvil, en el vagón donde Helga Pato conoce al psiquiatra Ángel Sanagustín, todos los pasajeros están mirando por la ventana. Normal en los paisajes del norte. Pilar Castro da vida a la confusa Helga, que regresa a la capital tras dejar internado en un sanatorio a su pareja por cierta fijación coprofílica. El doctor Sanagustín la interpela. La conoce de vista y la invita a  sumergirse en los casos clínicos que almacena en su carpeta. Es la primera muestra de narrador poco confiable. Porque es esa la verdadera razón de ser de la historia. Un homenaje al arte de contar, y una burla a ese tipo de lector entregado al narrador omnisciente, del que también se rió Julio Cortázar en su cuento Continuidad de los parques. Ernesto Alterio aborda su personaje con miradas de loco y verbo de sabio que hacen de Helga y el espectador seres en duda constante. Cuando el doctor se baja en una parada para comprar, algo que ya sabemos que no hay que hacer nunca, y Helga prosigue su marcha con la carpeta en la mano, da comienzo una ristra de pequeñas cápsulas narrativas unidas entre sí por un paciente, militar por imperativo familiar y basurero por obligación, materalizado por un Luis Tosar con pelo que cuadra exactamente con el tono ascendente en surrealismo de la historia y con un clímax explosivo muy cerca de la Plaza de Las Ventas. 
Se rodean  los viajantes de uno de los repartos más estelares que se recuerdan en papeles secundarios pero jugosos(Belén Cuesta, Ramón Barea, Javier Godino, Quim Gutiérrez, Alberto San Juan, Macarena García, Javier Botet, Ana Wagener) y la ruta toma carrerilla peligrosa hacia la falta de sentido. Un WTF continuo. Pero no. Al fin y al cabo, la narrativa tradicional va de dar muchas vueltas pero no dejar cabos sueltos. Y tiene gracia que lo que eran paranoias conspiranoicas en el 2000, sean certezas clandestinas en 2019. 

VENTAJAS DE VIAJAR EN TREN (2019) 102 minutos. España.
Dirección: Aritz Moreno
Guion: Javier Gullón sobre la novela de Antonio Orejudo
Fotografía: Javier Agirre
Música: Cristóbal Tapia