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lunes, 23 de noviembre de 2020

LOS EUROPEOS (2020)

 Tres años después de Selfie, Víctor García León navega entre exitosas incursiones televisivas con historias tragicómicas de personajes modernamente berlanguianos como El vecino (Netflix), y las dos temporadas de Vota Juan y Vamos Juan (TNT y ahora en Prime Video). Siguiendo una lógica irresistible, llega heroicamente a algunas salas su segundo largometraje, recreando Los europeos, primera novela de Rafael Azcona. En otro curioso paralelismo, ambas novela y película han tenido una trayectoria por etapas. Publicada originalmente en 1960, Azcona la reescribió posteriormente y republicó en 2006 en Tusquets con vientos más propicios. Y aún después de su muerte volvió a reeditarse, esta vez en Pepitas de Calabaza. Mientras, el trabajo de García León encontró cobijo a finales de verano en una plataforma televisiva, a la espera de su estreno en cines, algo que no todos los trabajos afectados por la pandemia han conseguido. 

Aunque ya va siendo cliché hallar nuevos sentidos víricos a las obras artísticas, en este caso es pertinente. Y es que el largo y cálido veraneo al que aspiran dos treinteañeros dispuestos a comerse Ibiza es algo que se tardará en recuperar. Una isla que suponía para el español medio una suerte de Europa en miniatura. Una vía de oxígeno y una golosina  años antes del desembarco de las suecas en las playas de Levante, y años antes de la eclosión hippie que tan finamente retrata su artífice Antonio Escohotado en Mi Ibiza privada. Antonio, hijo de papá madrileño orgulloso de ser ambas cosas y Miguel, un amigo improbable empleado de su padre, van en busca de ese espejismo prefabricado con el que el régimen intentaba hacer amigos. 

Lo que sucede en esas semanas, dados los mimbres, no es evidentemente una sucesión de estampas románticas. Ya desde las primeras escenas en el puerto de Valencia, el ansia de Antonio por destacar entre sus mediocres compatriotas (él ha vivido en París y eso) contrasta con la ingenuidad y reparo de Miguel, zaragozano de pueblo que nunca se ha visto en una de esas. Viva imagen de todos los turistas que se consideran viajeros pero haciendo cosas de turistas. 

La interacción entre ambos oscila entre la tensión, la aprensión, la condescendencia de uno y la jerarquía maestro-discípulo. Las interpretaciones de Juan Diego Botto como Antonio (ese bigotillo) y Raúl Arévalo como Miguel encajan a la perfección. Antonio, un Landa o López Vázquez con porte europeo, se esfuerza por diferenciarse hasta caer en lo despectivo hacia su propio origen.  Miguel se muestra abrumado por la experiencia y la esplendidez de su amigo, que no se priva de recordarle su estatus de subordinado, sus deudas, su estancia en calidad de invitado, pero que responde sin fisuras cuando la brisa marinera se torna tempestad. La reacción del encargado de la casa de alquiler (¿Son hermanos?) es una pista más de cuán extraña es la pareja. En materia de ligoteo, el discípulo se gradúa pronto, y mientras Antonio va sumando muescas a su revólver, Miguel se enamora efervescentemente de la francesa Odette (una también sobresaliente Stephàne Caillard entre la fragilidad y la firmeza) mientras desdeña tras catarla a la chica peninsular (Carolina Lapausa)  que se lo toma con filosofía porque sabe que lo francés es el epítome de la modernidad y de la libertad y también que lo que pasa en Ibiza se queda en Ibiza. Máxima que asume Miguel tras el giro más o menos inesperado de los acontecimientos en una secuencia final de lo más amargo. 

Las noches de juerga bien retratadas con trazo costumbrista y banda sonora de la época exhiben ese tan mencionado complejo de inferioridad del individuo español, que exprime su magra experiencia con el de fuera mientras alterna con ellos sin miedo al ridículo. Los veraneantes europeos de primera que dejan sus divisas en las tabernas de San Antonio disfrutan sin dobleces y se muestran infinitamente pacientes. Hay cosas que no cambian, menos mal. 

 Los europeos 

País de producción: España

Dirección: Víctor García León

Guion: Bernardo Sánchez y Marta Castillo sobre la novela de Rafael Azcona.

Música: Selma Mutal

Fotografía: Eva Díaz

Reparto: Juan Diego Botto, Raúl Arévalo, Boris Ruiz, Stephàne Caillard, Carolina Lapausa, Georgina Latre, Jon Viar, Íñigo Aramburu, Corinna Seiter.

Duración: 85 minutos.