En la sección de ensayística ligera que de unos años para acá se ha hecho hueco en editoriales y estanterías pueden distinguirse claramente tres tendencias: la ligera con ínfulas, la que tiende puentes con los sesudos tratados y que suele premiar Espasa, y la ligera sin complejos, no sistemáticamente rechazable, y que aborda temas clavados en la imaginería popular con soltura y sin renunciar a dosis de medida erudición. En este último bloque de clasificación tan casera encaja estupendamente el último libro del alemán Peter Lehr, con título tan conciso como atrayente y subtítulo con vocación panorámica. Piratas, una historia de los vikingos hasta hoy, publicada en Crítica, (Planeta, al fin y al cabo), es una lectura asequible, entretenida y con la fórmula justa entre anecdotario y dato histórico, pasado y presente que puede leerse de una sentada durante un trayecto en tren, pongamos de Madrid a Barcelona. O para desengrasar después de algún filósofo alemán/coreano/esloveno superventas.
El subtítulo original da dos buenas pistas acerca de la demarcación cronológica y geográfica de la propuesta. A New History, From Vikings to Somali Raiders. La nutrida bibliografía, en una sola lengua, que ocupa las páginas finales da cuenta de los anteriores estudios acerca del fenómeno, que se remotan casi a sus mismos orígenes. Faltaba la actualización respecto al resurgir de la piratería más mediática entre los años 2004 y 2012. En este sentido, el autor acierta al escoger los tiempos más cercanos para abrir y cerrar la investigación, en una suerte de desenlace circular. En la rememoración de esos tiempos más cercanos va apareciendo uno de los rasgos mejorables del texto: la reiteración. La aventura con final feliz del Capitán Phillips del Maersk Alabama ya es patrimonio cultural de la humanidad desde que Tom Hanks le hizo su enésimo héroe, y es un ejemplo ya manido. Al igual que la insistencia en la ecuación "Puerto seguro (para los piratas) igual a puerto donde no hacen preguntas". La intención divulgativa queda patente en la introducción y en el primer segmento de la obra, donde recordamos la necesaria distinción entre pirata y corsario que va a marcar el devenir del colectivo a lo largo de los siglos. Los vaivenes de la geopolítica se destacan como cruciales más allá de las ambiciones sociales y económicas que han ido empujando a la mar a individuos desesperados. Las tres divisiones cronológicas (700dc-1500, 1500-1914 y 1914 actualidad) poseen la misma estructura y llegan a las mismas conclusiones.
Este repaso entre lo erudito y lo popular del universo filibusteril no podía obviar ni el Caribe, ni la isla Tortuga y ni a las estrellas del negocio como Sir Francis Drake o Sir Henry Morgan, encarnaciones nítidas de la relación bipolar que los grandes imperios han tenido con estos personajes ni tan libres ni tan autosuficientes como los poetas románticos y ese famoso de Disney encarnado por ese actor cancelado del que usted no puede hablarme (personaje por cierto no mencionado en el libro pero sí en las entrevistas promocionales) nos han hecho creer.
En el haber de la obra está sin duda su apertura a Oriente, donde nunca han faltado las figuras destacadas, los puertos francos y las rutas peligrosas. En el debe, la ausencia de referencias literarias. José de Espronceda hubiera sido el nexo idóneo entre el anglocentrismo de la obra y las tres referencias explícitas a lo hispano, que resultarán curiosas al lector de aquí. La primera es la aparición estelar de Don Pero Niño y de Alonso de Contreras, dos corsarios al servicio de distintas coronas que parecen haber sido silenciados en la lista de compatriotas ilustres. La segunda son las líneas dedicadas a Roger de Flor, personaje rescatado en estos tiempos de renacer nacionalista, responsable de la Gran Compañía Catalana formada por caballeros desempleados tras la paz de 1302 y reconvertidos en esforzados mercenarios al servicio no precisamente de la difusión de la lengua y la cultura de su patria, como se ha pretendido hacer creer desde ciertas instancias al mencionar con orgullo la huella dejada en Córcega y otros parajes mediterráneos. Poco consciente quizá de las sensibilidades, Lehr le recuerda como pirata, o como corsario, dependiendo de si luchaba para un señor o para ellos mismos.El tercero es la mención con sorna a la Operación Atalanta, promovida por la Unión Europea para atajar a los sonoros piratas somalíes. En esas líneas, que omiten extrañamente el secuestro del pesquero vasco Alakrana, se describe la utópica intención del gobierno español de tener vigilado cada kilómetro de costa susceptible de proporcionar apoyo logístico a los piratas, y la respuesta más realista de las instituciones europeas.
Nada impostada e históricamente justificada es la presencia de tres mujeres ilustres. Mary Read y Anne Bonny, coetáneas e incluso compañeras de barco, se labraron fértiles carreras al mando de tripulaciones masculinas, y la gran reina pirata china Zheng Shi. A partir de su figura, nos enteramos, los occidentales, que China también fue una potencia en estas lides, y que Macao, por ejemplo, mucho antes de los casinos, fue la isla Tortuga del sudeste asiático. Lamentablemente, estas pioneras no han tenido seguidoras.
La piratería como fenómeno global gozó casi siempre de una respetabilidad social, desde las razzias vikingas hasta las incursiones de pequeños pesqueros simulados. Ha prosperado, ya sea por penuria económica, codicia, caos diplomático, evanescencia política, connivencias o roces entre potencias coloniales, falta de voluntad e intereses comunes o falta de presupuesto de las metrópolis, o la perenne tibieza de la UE hoy en día. como en todo. Incluso por aburrimiento.Las reticencias al castigo contundente surgen bien por derechos humanos (los piratas juzgados en el país ofendido podrían pedir asilo, o acabar de taxistas en NY al acabar la condena, como afirmaba medio en broma medio en serio un diplomático). No han tenido mucho éxito los contratistas privados ni mucho menos la idea, estadounidense por supuesto, de armar a las tripulaciones. La tripulación, al menos ahora ya no ve sellado su pasaporte a alguno de los mercados de esclavos que tan importantes fueron para las economías de todo el mundo. Y parece que seguiremos esperando a los barcos robot que circulen sin miedo por el estrecho de Malaca.
PIRATAS, Peter Lehr
Una historia de los vikingos hasta hoy. Ed. Crítica. Traducción de Yolanda Fontal.
Título original: Pirates. A New History, From Vikings to Somali Raiders.
© Peter Lehr, 2019
Originalmente publicado por Yale University Press