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martes, 21 de octubre de 2025

POQUITA FE. La vida es eso que pasa.



Desde la irrupción de las plataformas audiovisuales, parece que ya no es relevante algo tan aparentemente tan básico para la subsistencia de una serie de televisión como es el número de espectadores. El hermetismo de las grandes provoca que no se entiendan cancelaciones o renovaciones. De cuando en cuando, y siguiendo su muy peculiar método de conteo, nos regalan migajas de información, siempre favorable a sus intereses. No tan oscurantista es la empresa que probablemente disponga del mejor catálogo del audiovisual español en producción propia, aunque los números de productos que merecieron el calificativo de icónicos (La mesías, Los años nuevos), no alcanzan los seis dígitos siquiera. Les importa otra cosa, cabe pensar. Y que les siga importando, añadimos. 

En esta tesitura, una propuesta como la de Montero y Maidagán solo puede tener hueco en un contexto tan favorable a la experimentación y a la flexibilidad de audiencia. Por más que evangelicemos al prójimo, o está suscrito a Movistar o no entenderá el fervor con el que su colega de despacho le habla, a a no ser que el colega logre hallar alguna comparación sí alojada en las retinas de una mayoría. Camera Café sería la más evidente, y no solo porque comparte a la fenomenal Esperanza Pedreño. Su estructura de cortometraje en el que cada plano y cada diálogo invita a la risa nerviosa, y la ruptura de la cuarta pared (The Office y Modern Family para los millenials preNetflix), la hacen reconocible y accesible. 

Ciertamente no es un humor intergeneracional. Un adolescente se quedará solo con el patetismo de sus protagonistas y jurará no terminar así. Es el espectador adulto que sonríe y se avergüenza a la par con los cada vez menos de nicho Pantomima Full y los premiados podcasters de La Ruina. Historias mínimas con la duración exacta para transmitir una sensación persistente de que eso tan intrascendente que nos acontece a diario es oro.

¿Por qué nos hace tanta gracia la liviana cotidianeidad del segurata José Ramón y la maestra de infantil Berta? Su ser tan meticulosamente anodino delega las excentricidades en los estupefacientes secundarios, que podría firmar el inmortal Azcona. Apenas unos rasgos los sustentan. El gag es una chispa, un suspiro en los que las rutina mínimas muta en esperpento diario, el humilde reverso de Instagram. Los doce meses en la vida de nuestros antihéroes que componían la primera temporada se compactan en los seis de la segunda, a modo de cuenta atrás muy turbia hacia la consecución de la empresa más ambiciosa de nuestro tiempo, conseguir piso. La épica de la búsqueda sustituye al mosaico costumbrista y los dos van surfeando como pueden las tempestades que cuartean su ordenada existencia.

Todas las instantáneas de nuestro rutinario devenir son poquitafeables. Hagan la prueba.  

Poquita fe, en Movistar +.

Dirección y guion: Pepón Montero y Juan Maidagán.

Reparto: Raúl Cimas, Esperanza Pedreño, Chani Martín, Julia de Castro, María Jesús Hoyos, Juan Lombardero, Marta Fernández-Muro, Pilar Gómez, Enrique Martín.