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martes, 28 de marzo de 2023

EL MUNDO SEGÚN PHILOMENA CUNK (CUNK ON EARTH)



 La TDT llegó a España hace ya lejanas fechas y lo hizo acompañada de multitud de canales de contenido tan extravagante como adictivo. Entre ellos, los consagrados al documental digamos no excesivamente riguroso, con temas fetiche como el mundo extraterrestre y la Segunda Guerra Mundial. La estructura narrativa, nada nueva ya y posteriormente perfeccionada por las distintas plataformas, incluye siempre un careo entre el presentador/entretenedor/explorador y una miríada de expertos que se prestan a resolver las dudas más básicas con su didáctica natural alejada de la cátedra que ocupan en los ratos que les dejan las grabaciones y paseos. 

Casi al mismo tiempo, allá por 2014, los espectadores generalistas españoles se toparon con un concepto nuevo, el "mockumentary". "Operación Palace", episodio de la primera etapa de Salvados, sigue siendo a día de hoy la emisión más vista de la cadena que lo emitió y promocionó profusamente durante semanas con el eslogan "este no es un documental más sobre el 23 F".  Desde luego que no, y aún hoy funciona como detector de cuñados en cenas familiares y recolector de ofendidos y timados bramando en las redes.  "Yo no me lo tragué", "Yo lo vi claro casi desde el principio". Ya. 

Cunk on Earth, documental paródico acerca de los momentos estelares de la Humanidad en cómodas cinco dosis de treinta minutos original de la BBC, merecería sin duda la portada de Netflix, sumergida como está en series que rezuman la misma parodia pero involuntaria, que es peor siempre. Sin que sirva de precedente, el título en castellano es particularmente acertado porque el nombre de la conductora retrotrae al espectador de ciertas regiones a días de su vida de todo menos rutinarios, y así ya uno se predispone a la humorada. Eso, y que el productor es nada menos que Charlie Brooker, que recupera uno de sus primeros personajes de ficción, la sagaz periodista Philomena Cunk, antes de Black Mirror.

Philomena, a la que da vida y sabiduría la cómica Diane Morgan (Derry Girls), es un ejemplo encomiable de superación. Sin miedo ni vergüenza ninguna, se sobrepone a su ignorancia de todo e interroga a los consabidos expertos regando las preguntas de malas pronunciaciones de nombres y equívocos de toda índole que dan lugar a dobles sentidos muy dignamente subtitulados.  Cuando un experto o experta le frunce el ceño y balbucea con incredulidad por su falta de atención y de instrucción, Philomena se pone muy digna y contraataca. En el primer episodio, afirma rotunda que las pirámides de Egipto tienen esa forma para evitar que durmieran sin techo en su interior. En el segundo, consigue que una profesora de la Universidad de Londres nombre a Jesucristo primera víctima de la cultura de la cancelación. En el tercero asistimos al único amago de pérdida de papeles por parte del académico participante. Filomena le pregunta a la compositora y profesora de música en Westminster qué significa la letra de la Quinta Sinfonía de Beethoven. "Dum, dum, dum, dum". Se pregunta si no es hiriente para la audiencia que se le llame tonto (dumb) todo el tiempo.  Los sentidos suspiros de la doctora nos llegan al alma y deseamos acabar con su sufrimiento. En el quinto desquicia a un pobre norteamericano que intenta explicarle que el derecho a portar armas consagrado en la Constitución, al que ella alude como "osar", no tiene que ver con cazar osos. Este capítulo concreto, el de América, es punzante a rabiar. Filomena no se cansa de exhibir la mítica superioridad moral británica  frente al antiguo colono, siempre desde su ingenuidad de fachada. En el sexto intenta horadar la paciencia del historiador a base de decir Lennon por Lenin. No lo consigue. Qué importante es la fonética. 

Los antagonistas, o posibilitadores del show hacen gala de una profesionalidad más propia de los que deben repetir lo mismo varias veces al día a jaurías adolescentes. En el primer episodio, Filomena espeta a una doctora en Filosofía su certeza de que el cerebro humano se compone de tuberías, y los pensamientos van por ellas pero no sabe cómo los filósofos consiguen transportarlos y expelerlos. La contendiente, muy a favor del refuerzo positivo, le concede que es una forma interesante de verlo, lo que provoca su derrota dialéctica por verborrea del contrario. 

Es inevitable recordar los encontronazos de Borat, el repelente personaje de Sacha Baron Cohen, aunque Filomena exhibe mejor las muecas de desagrado cuando el experto le contradice, por más suavidad que emplee. 

Filomena somos todos. Cuando pontificamos sin saber, cuando pretendemos que nuestra opinión sea ley y respondemos con una risilla a los datos que nos descabalan la teoría. Somos todos menos yo. 

domingo, 5 de marzo de 2023

CINE: ELLAS HABLAN (2022)


Un homenaje a la imaginación de las mujeres. Este es el leiv motiv con el que se presentó hace un par de años Women Talking, la segunda novela de la canadiense Miriam Toews, que se ha hecho un hueco entre la narrativa contemporánea de prestigio, publicada para el mundo hispanohablante por la siempre atractiva editorial mexicana Sexto Piso. Con este lema comienza también el largometraje homónimo dirigido por la otrora musa del cine independiente norteamericano con el que tantos universitarios gafapastas debutaron en la cinefilia de los noventa. 

Un punto de partida para no olvidar durante el transcurso de la historia, pues, aunque basada en tremendos hechos reales, solo toma de ellos la acotación inicial acerca del qué y el quién. El cómo ya difiere, y el dónde y el cuándo son directamente eliminados en favor de una indeterminación nebulosa que nos remite a  la universalidad y la atemporalidad, y elimina la idea balsámica de "eso ahora no pasaría", o "eso, en mi entorno, no pasaría". Sin olvidar la inclusividad del título original, desgraciadamente perdida en la traducción "Ellas hablan". 

La relación entre mujeres y habla ha sido construida desde el prejuicio milenario. El estereotipo de mujer que no calla o que solo abre la boca para criticar persiste en nuestras generaciones más jóvenes. No de otra manera se ha hecho necesaria la promoción del concepto de "sororidad", frente a la no menos estereotipada sana camaradería masculina. La adaptación de Polley es un canto muy consciente pero anacrónico a esa alianza que amaga por brotar entre esas mujeres que hablan, de manera harto elocuente a pesar de que se les ha negado el derecho a la formación más básica. Para los prejuiciosos, la película es eso, hora y cuarenta minutos de mujeres que hablan, bajo la inmortal regla de las tres unidades. Es de imaginar por tanto, una versión dramatúrgica que complete la tríada de éxito.

Una conversación apasionada en el piso de arriba de un granero, acerca de un solo dilema, quedarse y luchar, o irse, que debe terminar al anochecer de ese día. El único hombre en la habitación, y en la pantalla es August, el maestro y, como le esputan en algún momento, granjero fracasado, hijo de exiliados de la colonia, que vuelve para cambiar las cosas y porque está enamorado de Ona, una de las mujeres violadas y la que peor parte se lleva, al quedarse embarazada siendo soltera, y a la que Rooney Mara aporta firmeza y ternura. Además de un impactante plano inicial. Ben Wisham, en un rol muchísimo más contenido y compungido que en la fenomenal serie británica Esto te va a doler, cristaliza otro de los puntales ideológicos de la discusión, ese "no todos los hombres" hace ya tiempo convertido en meme pero no por sobado menos cierto. Hay que reconocer aquí la inteligencia del guion, al igual que en momentos de suma duda, como si dejar o no que los adolescentes las acompañen. La defensa razonada que hace de ellos el maestro será sin duda compartida por todos los que desempeñan este sufrido oficio.

La imaginación femenina marca no solo la ética sino también la estética. Los hermosos planos aéreos y a ras de hierba, las secuencias de niños y niñas jugando juntos, el improbable personaje trans, son solo una fantasía. El choque con la sangre, los golpes, las palabras de los ministros, la escuela vetada, es la realidad. La decisión de situar el culmen narrativo cuando el sol se ha ido, en un lugar que ha renunciado a la electricidad, hace que confluya la oscuridad en la que sobreviven esas mujeres después de los ataques, y la de la noche última que promete un nuevo día. Una negrura quizá excesiva para una sala de cine, amplificada por la partitura hipnótica de la islandesa Hildur Guðnadóttir.

Pero, al fin y al cabo, esta es una película de tesis. Y como tal, cae en la tentación de reiterar sus líneas maestras al espectador, que, no olvidemos, ya acude convencido. Se advierte, por tanto, cierta ansiedad y mucho esfuerzo en no dejar resquicio al cuestionamiento. Los caracteres que ejercen la contraparte, la de quedarse y luchar o quedarse y perdonar, están condicionados por la narrativa hegemónica de la colonia. Es el caso de Mariche (Jesse Buckley), una esposa maltratada que aguarda el regreso fatídico de su marido con una resignación digna de Solo ante el peligro y que vomita su rabia ante las que osan mostrarse vulnerables. Y, sobre todo, la casi silente y por ello demoledora aparición de Frances McDormand, a la sazón productora, junto con Brad Pitt. Aquí, con apenas unos minutos esparcidos por el metraje, llena la pantalla de una sentenciosidad contundente, implacable, emparentada con la Bernarda Alba lorquiana. 

Las exaltadas intervenciones de las veinteañeras y treintañeras encuentran su equilibrio en los parlamentos de las dos mujeres mayores, no ancianas aún, pero que se intuyen omitidas por los atacantes. Son ellas las que dan el punto de sensatez a la decisión que están a punto de tomar. El elefante en la habitación, o granero, que tensa desde el inicio el principio de verosimilitud (a dónde van a ir/las van a dejar irse), se va desvaneciendo en favor de la emoción y la épica.

TÍTULO ORIGINAL: Women Talking

AÑO DE PRODUCCIÓN: 2022

PAÍS:EEUU

DIRECCIÓN: Sarah Polley

GUION: Sara Polley, Miriam Toews, basado en la novela Women Talking, de esta última.

MÚSICA: Hildur Guðnadóttir

FOTOGRAFÍA: Luc Montpellier

REPARTO: Rooney Mara, Claire Foy, Jesse Buckley, Ben Whisham, Frances McDormand,  Judith Ivey, Sheila McCarthy, Michelle McLeod.