Título original: Molt Lluny
Año: 2025
País: España
Duración: 100 m
Dirección y guion: Gerard Oms
Reparto: Mario Casas, David Verdaguer, Ilyas El Ouahdani, Raúl Prieto, Nausicaá Bonin, Jethy Maturin, Hanneke van der Paart
Música: Silvia Pérez Cruz
Fotografía: Edu Canet
Un lunes de abril, una espectadora de edad indeterminada quiere una entrada para "No mucho". La taquillera dice que por ese nombre no le viene nada, y la espectadora responde que es la de Mario Casas. El recurso al portadismo propio de los que piden un ejemplar del premio Planeta así, en general, en la sección de libros de El Corte Inglés, que debe entenderse como todo un honor para un intérprete al que hay que reconocer el éxito en su reconversión de galán juvenil (entregando el testigo a su hermano Óscar) a actor de prestigio. Mejoría en la vocalización y premio Goya mediante, el bueno de Mario se está llevando los papeles masculinos más jugosos desde hace tiempo. Esta temporada nos ha entregado a su discordante N en la sardónica y muy política Escape (2024), de Rodrigo Cortés, y a este sosias del primerizo director Gerard Oms, que no tuvo que esforzarse mucho para conseguir a su protagonista dado su labor como coach de actores, Mario entre ellos.
La premisa, al igual que en Escape, es de lo más original. Casi inverosímil de no ser porque parte de la propia vivencia del director. En los primeros años dos mil, un joven hincha del Espanyol asiste en Utrech al partido entre el equipo local y el suyo. Ataviado con chándal y anorak reglamentario, sufre el empate junto con su hermano y su padre. Pero su actitud doliente no es achacable solo al tibio resultado, y, en un impulso, tira su documentación a una papelera y pasa por el paripé de fingir pérdida por despiste en el aeropuerto, y ha de quedarse en la ciudad ante la inquietud de familia y amigos.
Así, sin motivo aparente, asistimos a la construcción de una vida nueva desde cero. La lengua, las lenguas, será fundamental desde que, aún balbuceante la decisión tomada, escucha hablar español a los operarios de una mudanza. Como recuerdo permanente de las raíces, es curioso símbolo el perenne atuendo deportivo con el que el recién llegado pasa los meses.
Del cine social europeo se destila en demasiadas ocasiones un mensaje demasiado evidente. Aquí Oms juega con su peripecia equilibrando el realismo de la adaptación al medio con suaves dosis de positividad siempre sustentada en unos secundarios potentes, en una red social que se va tejiendo casi inevitablemente, por el mero hecho de estar. El bofetón de realidad del pertinente y futbolero “yo soy español, español, español” diluido por completo en un entorno en el que el único rasgo identitario es ser del sur, y el idioma compartido, aunque no sea el materno.
En cualquier caso, la raíz del conflicto de Sergio es otra. La huida de uno mismo no suele funcionar, y, en este caso, la incapacidad por reconocerse pone en peligro los lazos frágiles que le mantienen lúcido. Aquí destacan cuatro básicos, con un rol distintivo para cada uno. La mujer extranjera que le da cobijo y que termina siendo, algo tópicamente, una suerte de madre. El barcelonés mustio interpretado por David Verdaguer en un registro no muy lejano al de Saben aquell (David Trueba,2023); el marroquí que le proporciona dos trabajos, no uno, y es derrotado por las falsas expectativas. El hosco holandés que con sus privados deleites puerta con puerta será, sin él saberlo el inicio de ese proceso de reconocimiento y asunción del ser uno mismo. En curiosa coincidencia con La televisiva Los años nuevos (2024), la catarsis se da por el techno. Caminos más inescrutables nos da la Providencia.
La luz cetrina de Utrech no pone fácil el amanecer con ilusión, tampoco.