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domingo, 25 de octubre de 2020

CINE: FALLING (2020) Y LA ETERNA PACIENCIA

 

Falling es la primera película como director de Viggo Mortensen, que firma también y en solitario el guion y la banda sonora.  Sobrepasados los sesenta, aunque no nos lo creamos, el intérprete para el que se inventó la palabra "inclasificable", entrega este drama familiar, densa y merecidamente publicitado, premio Donostia incluido.  El retrato del viejo iracundo al que la senilidad ha eliminado todo filtro tiene en la Miren de Patria a su competidora por el título de personaje más odioso de la temporada. La decadencia implacable va despojando de capacidades al granjero duro del estado de Nueva York, nada que ver con la City, trasunto-homenaje al padre del director. 
No es necesario esperar a que los títulos de crédito confirmen la dedicatoria al padre y abuelo Mortensen para adivinar que lo que destila la trama de fino trazo no es precisamente un ajuste de cuentas. El gerundio del título anticipa el descenso a los nublados de la sinrazón por parte de Willis Petersen, un hombre de los de antes, que ha hecho de la vida de su familia algo cercano al infierno, tan solo reproduciendo los códigos de lo que ahora se llama "masculinidad tóxica" y antes, ser el cabeza de familia. El drama se bifurca de manera elegante y sencilla en dos vías paralelas, con un efectivo uso del flahsback para contrastar, corroborar, indignarse y admirarse de la paciencia infinita y las tragaderas que esposa, hijos y nietos tuvieron y mantienen con un ser en constante combustión, una suerte de Dios semítico que vomita  rayos y truenos al menor amago de diálogo civilizado. El neófito director se reserva el papel del primogénito de admirable estoicismo, que ha sabido sobreponerse al desprecio del padre a cuenta de su condición sexual. A pesar de todo o precisamente por eso, ha construido una familia y no se permite abandonar a su progenitor aun con cuantiosos motivos para hacerlo. Pero los bofetones dialécticos son de antología, sin apenas respiro para sus parientes ni para el espectador. La sufrida madre y esposa, interpretada con amargura por Hanna Gross, destaca por el giro sorpresa de su personaje, al menos para los años sesenta. La mala digestión de dicho giro reconcome al señor Petersen por el resto de su vida, incapaz de disfrutar de su buena situación económica, del amor muy ciego de su siguiente esposa y de la disposición incondicional de sus dos hijos. Reunidos en el jardín del hogar que ha formado su hijo John, su marido Eric y su pequeña adoptada, el único ser humano capaz de arrancarle una sonrisa al abuelo, disfrutamos brevemente de la siempre intensa presencia de Laura Linney como la hija que primero puso país de por medio pero que asume los reencuentros anuales como el peaje a la tranquilidad. 
Los tiempos van cambiando, y la sobresaliente banda sonora así lo atestigua, pero la hiel del señor Petersen no se disuelve. No negaremos estar ante un canto al amor y a la humanidad como han escrito los críticos. Ante todo, un melodrama de mimbres clásicos con salpicaduras de humor muy negro que son un verdadero alivio ante tanta explosión de negatividad. La soberana composición de Lance Henriksen, efímeramente conocido aquí por la noventera serie Millenium, se merece todos los premios. 
Ya lo predijeron los Simpson. La familia, a pesar de todo. 

Título original: Falling
Año: 2020
Duración: 112 minutos
País: Canadá
Dirección y guion: Viggo Mortensen
Fotografía: Marcel Zyskind
Reparto: Lance Henriksen, Viggo Mortensen, Terry Chen, Sverrir Gudnanson, Hanna Gross, Laura Linney.

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