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martes, 21 de octubre de 2025

POQUITA FE. La vida es eso que pasa.



Desde la irrupción de las plataformas audiovisuales, parece que ya no es relevante algo tan aparentemente tan básico para la subsistencia de una serie de televisión como es el número de espectadores. El hermetismo de las grandes provoca que no se entiendan cancelaciones o renovaciones. De cuando en cuando, y siguiendo su muy peculiar método de conteo, nos regalan migajas de información, siempre favorable a sus intereses. No tan oscurantista es la empresa que probablemente disponga del mejor catálogo del audiovisual español en producción propia, aunque los números de productos que merecieron el calificativo de icónicos (La mesías, Los años nuevos), no alcanzan los seis dígitos siquiera. Les importa otra cosa, cabe pensar. Y que les siga importando, añadimos. 

En esta tesitura, una propuesta como la de Montero y Maidagán solo puede tener hueco en un contexto tan favorable a la experimentación y a la flexibilidad de audiencia. Por más que evangelicemos al prójimo, o está suscrito a Movistar o no entenderá el fervor con el que su colega de despacho le habla, a a no ser que el colega logre hallar alguna comparación sí alojada en las retinas de una mayoría. Camera Café sería la más evidente, y no solo porque comparte a la fenomenal Esperanza Pedreño. Su estructura de cortometraje en el que cada plano y cada diálogo invita a la risa nerviosa, y la ruptura de la cuarta pared (The Office y Modern Family para los millenials preNetflix), la hacen reconocible y accesible. 

Ciertamente no es un humor intergeneracional. Un adolescente se quedará solo con el patetismo de sus protagonistas y jurará no terminar así. Es el espectador adulto que sonríe y se avergüenza a la par con los cada vez menos de nicho Pantomima Full y los premiados podcasters de La Ruina. Historias mínimas con la duración exacta para transmitir una sensación persistente de que eso tan intrascendente que nos acontece a diario es oro.

¿Por qué nos hace tanta gracia la liviana cotidianeidad del segurata José Ramón y la maestra de infantil Berta? Su ser tan meticulosamente anodino delega las excentricidades en los estupefacientes secundarios, que podría firmar el inmortal Azcona. Apenas unos rasgos los sustentan. El gag es una chispa, un suspiro en los que las rutina mínimas muta en esperpento diario, el humilde reverso de Instagram. Los doce meses en la vida de nuestros antihéroes que componían la primera temporada se compactan en los seis de la segunda, a modo de cuenta atrás muy turbia hacia la consecución de la empresa más ambiciosa de nuestro tiempo, conseguir piso. La épica de la búsqueda sustituye al mosaico costumbrista y los dos van surfeando como pueden las tempestades que cuartean su ordenada existencia.

Todas las instantáneas de nuestro rutinario devenir son poquitafeables. Hagan la prueba.  

Poquita fe, en Movistar +.

Dirección y guion: Pepón Montero y Juan Maidagán.

Reparto: Raúl Cimas, Esperanza Pedreño, Chani Martín, Julia de Castro, María Jesús Hoyos, Juan Lombardero, Marta Fernández-Muro, Pilar Gómez, Enrique Martín.  

martes, 30 de septiembre de 2025

LECTURA PARA COMENZAR EL OTOÑO: VISIÓN NOCTURNA, DE MARIANA ALESSANDRI


El pasado mes de julio, un curso de verano congregó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid a unas decenas de valientes, más a otros doscientos en línea para hablar sobre "emociones oscuras". Capitaneados por el adalid antipositividad vacía Edgar Cabanas, los asistentes abrieron la caja de Pandora y dejaron salir ira, depresión, angustia, dolor, duelo y ansiedad. Una de las ponentes más esperadas fue la filósofa estadounidense de origen chileno Mariana Alessandri, que oportunamente pudo su este último libro en los escaparates durante al menos esas dos semanas. Una manera como otra cualquiera de combatir el calor estival que ya empezamos a olvidar, como corresponde a cada inicio de otoño. Es este un ensayo amigable, transparente, fuertemente enraizado en la tradición contemporánea de combinar el a veces árido pensamiento abstracto con un tono confesional en el que la autora enhebra el discurso a través de anécdotas de su biografía cotidiana. Nada que objetar. Esta corriente de ensayo más o menos ligero triunfa en nuestro mercado de la mano de editoriales especializadas y portadas y títulos que en ocasiones son parientes del clickbait. En este caso, el texto se mantiene en un nivel académico no retador pero muy aceptable, y los títulos, tanto el original en inglés como la traducción, pueden sugerir incluso reminiscencias del cómic de superhéroes, del género existencialmente torturado. 

Totalmente en la línea del curso, Alessandri ataca fieramente la narrativa social que nos invade obligándonos a la felicidad perenne y perpetua. Durante la lectura, es inevitable preguntarse qué pensaría Mariana del universo Mr. Wonderful, que parece haber emprendido una lenta pero esperemos imparable decadencia asediado por las copias), y fantasear con que hubiera sido obsequiada con una frase inspiradora serigrafiada en taza de desayuno.  

Mediante claros epígrafes, se desgrana el análisis de las distintas emociones oscuras y se desmonta lo que la autora llama Light Metaphore, o metáfora de la luz, por la cual, desde la Ilustración, se asocia el pensamiento a la luz y esta a la felicidad. La luz es mejor que la oscuridad, la alegría que la tristeza, el sosiego a la ira, y el optimismo al pesimismo. La autora se confiesa existencialista y asume que la oscuridad habita dentro de nosotros. Nos herimos, sangramos, morimos, afirma.

El marco temporal de escritura refuerza esta propuesta. La profesora Alessandri estaba confinada en su casa de Texas impartiendo docencia en línea (el horror, el horror, que diría Kurtz en El corazón de las tinieblas), y conviviendo con un marido que sí salía a la calle y dos niños a los que supervisar académicamente y seguir criando. Ciertamente ya nos hubiera gustado ver a Sartre o Cioran en esa tesitura. Cuando va llegando lo que se llamó "nueva normalidad", la autora se espanta ante el lamentable estado anímico de sus estudiantes, carcomidos por la ansiedad y el miedo. Hasta ahora. 

Quizá la aportación más valiosa de la obra para un público no experto es la vertiente teórica, vertebrada principalmente por filósofas norteamericanas contemporáneas que escrutan la relación entre estas emociones y su género. Nombres como Gloria Andalzúa, Audre Lorde y Maria Lugones suponen todo un descubrimiento. Junto a ellas, los imprescindibles y familiares Miguel de Unamuno y Soren Kierkegaard, grandes analistas del dolor del alma a los que les faltó la experiencia pandémica.  

 

 Mariana Alessandri: Visión nocturna. Un viaje filosófico a las emociones oscuras. 2025. 304 págs. 

 

 

 

 


miércoles, 3 de septiembre de 2025

MATERIALISTAS (2025)

 MATERIALISTAS

Título original: Materialists

Año: 2025

Duración: 109m

País: EEUU

Dirección y guion: Celine Song

Música: Daniel Pemberton

Fotografía: Shabier Kichner

Reparto: Dakota Johnson, Chris Evans, Pedro Pascal, Marin Ireland, Zoe Winters, Louisa Jacobson.

La comedia romántica del año no es ni comedia ni romántica. Un síntoma más de la liquidez o liquidación de los géneros en el arte, consolidada ya con el caso de The Bear y su encuadre en la categoría de mejor comedia. 

El segundo trabajo de Celine Song, que ha tardado bien poco en materializarse, valga la chanza, avalado por el éxito sorpresa de su debut, Vidas pasadas, es una propuesta no tan atrevida, no tan escandalosa como algunos creen. Como en esta página somos muy fans de las sesiones dobles, o incluso triples,  hay que recomendar el visionado conjunto de este Materialistas con Los Rose,la nueva y muy británica versión de la mítica comedia ochentera de Danny de Vito, y, si quedan ganas, con Locamente, taquillazo italiano del verano y, esta sí, reivindicación apasionada del sentimiento amoroso.

La obra de Song es arisca y escurridiza. A partir del clásico triángulo amoroso en el que la chica ha de escoger y salir perdiendo,  se ofrece una panorámica incluso documental de la puesta en marcha y funcionamiento de una relación sentimental en el muy escogido sector blanco hetero neoyorkino. Los WASP de toda la vida. Un material que Woody Allen moldeó y patentò, al que se añaden los ingredientes típicos del ultracapitalismo tecnológico que tanto escuecen en los admiradores de Meg Ryan. 

La directora afirma haber rodado una denuncia contra los parámetros sociales que nos despojan de nuestra humanidad y nos convierten en meros productos que compiten en el despiadado libre mercado. La empresa que emplea a Lucy, la matchmaker, sin embargo, se precia de aplicar a sus clientes el factor humano del que carecen las aplicaciones que todos conocemos. Ese factor humano es Lucy, que mima a sus clientas y cuida al extremo el lazo afectivo que ella ha sembrado. Tan al extremo como en la crisis preboda de los primeros compases de la película. 

El título desde luego no engaña. La puesta en escena, los espacios, la narrativa sembrada de alusiones a las finanzas, a los salarios ideales (ese tabú en nuestra cultura), las razones que llevan a los pudientes a emparejarse. El concepto de "lujo silencioso" popularizado por los exégetas de Succession. El espacio vacío del millonario frente a la masificación doméstica del pobre. Pero el discurso de Lucy sí engaña. Salpicado de frases sentenciosas tipo"el amor es más fácil porque no se planifica". Se declara materialista, se autopercibe como producto de no muy alto valor, con su desazón correspondiente, y la coherencia con sus decisiones vitales es mejorable. No podemos tampoco estar de acuerdo con su visión de "mercado generalista" frente a "mercado de nicho". Los especímenes que han subcontratado su proceso de selección de alma gemela a la empresa de Lucy pertenecen a un ecosistema muy concreto. El mercado generalista ha de seguir acudiendo a las aplicaciones o a los bares. Los mantras a partir de los que construye su personaje comienzan a resquebrajarse en ambos frentes laboral y personal, y en ese desequilibrio encontramos la verdadera complejidad del personaje. 

Con todo, es el omnipresente Pedro Pascal el que compone el rol más atrayente, desde el punto de vista sociológico. Su ecuación vital es mucho más certera, un héroe del pragmatismo. El compungido John de Chris Evans da mucha lástima pero, al menos  para el público español no será especial motivo de impacto el que comparta un amplio piso con 37 años. (Sí la mención a que Lucy, ganando 80000 dólares al año, haya realquilado su casa para monetizar sus vacaciones). En el caso de John, el infierno son los otros.

 

jueves, 10 de julio de 2025

SESIÓN DOBLE DE CHINA CONTEMPORÁNEA: Breve historia de una familia /Black Dog



Una extraordinaria alineación de astros cinéfilos nos ha traído un triplete de cine chino contemporáneo   la sufrida cartelera madrileña estival.  Al menos durante estas dos próximas semanas. 

A la deriva, de Jia Zhangke, a su vez actor en Black Dog, de Gou Zhen, y por último, el debut de Jianjie Ling con Breve historia de una familia. Estas últimas, además, conforman un muy sugerente retrato del anverso y del reverso de la China contemporánea. Dos punzantes estudios de lo urbano y de lo rural acerca de cómo las políticas gubernamentales y sus vaivenes condicionan las decisiones vitales de los individuos, que se insertan en el molde propuesto con mansedumbre y optimismo, o bien se convierten en rebeldes, molestas piedrecitas en el camino marcado.  Las dos con el pertinente visto bueno del organismo gubernamental correspondiente, como se informa al inicio de la proyección, como el león de la Metro antes de ser engullido por Amazon. 

Breve historia de una familia es el sugestivo debut en la dirección de Jianjie Ling. Logra sobreponerse a la facilona comparación con la coreana Parásitos (2019) y a un hilo argumental que podía despeñarse fácilmente hacia los dominios de @PeliDeTarde.  Y lo hace gracias a la contención emotiva oriental y  a una cámara audaz que narra mediante la imagen. Lo que viene siendo el lenguaje cinematográfico, en extinción desde que triunfa la multitarea durante el consumo audiovisual y todo está confeccionado para ser escuchado más que visto. 

Esto se traduce en el uso del desenfocado, del plano cenital, en la cantidad de veces que los personajes aparecen de espaldas, en la minuciosidad descriptiva, además de una evidente intención simbólica en el uso de imágenes al microscopio. Todo sirve para describir la infiltración paulatina que experimenta una familia de la pujante clase media alta urbana por parte de un desclasado adolescente, al que asumen primero como amigo de su hijo, y después como su sustituto. Primero un sitio en la mesa, luego la ropa, luego el afecto de una madre a la que sabe acompañar en su monotonía (fantástica la escena de las fotos)La abolición de la política de hijo único, pilla demasiado mayor, o eso creen, al matrimonio formado por un excelso biólogo y su esposa, antigua azafata. La llegada a sus vidas de un joven con todas las cualidades que añoran en su propio hijo provoca una revolución en el ordenado tablero de sus vidas. Ellos, su piso, su entorno, son la China del éxito, la nación que ha sabido exprimir el ultracapitalismo y compite por producir a los mejores individuos. Los que, como el pobre Wei, solo alcanzan a ser corrientes, se topan con progenitores frustrados. "Pensé que China era el futuro", le reprocha Wei a su padre,que insiste en mandarlo al extranjero. "No para ti", le responde este.

En un universo paralelo transcurre la tragicómica peripecia de un ex convicto en Black Dog, premiada en Cannes y presentada como un western. Aquí no hay personajes exitosos ni supermercados relucientes. La premisa es implacable y se reitera a lo largo de la película: faltan 50 días para la inauguración de los Juegos Olímpicos de 2008 y todo lo que no se pueda exhibir al planeta ha de ser eliminado. Eso incluye la demolición de pueblos poco fotogénicos y la recogida (y el exterminio) de los perros callejeros y no callejeros sin identificación. En esas está ahora mismo Marruecos a cuenta del próximo Mundial.  Nunca ha dado buena imagen la proliferación de manadas asilvestradas, por más que sea una seña de identidad de no pocos lugares como Grecia,Turquía o Hungría.  De allí recordamos precisamente una historia prima hermana, White God (2014). Los habitantes del lugar tienen completamente asimilado el discurso del progreso y colaboran con manso optimismo, a la vez que son premiados con el caramelo de un eclipse solar cuyo advenimiento y disfrute se convierte en un objetivo vital.  El ex convicto Lang, lacónico como un Clint Eastwood del desierto de Gobi, regresa a su pueblo tras diez años entre rejas y comprueba su decadencia lacerante. Le enrolan en la patrulla canina municipal (así se hacen llamar) y cruza su destino con el perro negro del título, condenado por ser supuestamente rabioso. Un ejemplar de elegantes andares y con enorme margen de independencia que cae simpático incluso al espectador que asiste con perplejidad en su vida diaria a la transformación de mascotas en pseudohijos a los que hay que esquivar en los pasillos del Decahtlon. Lang es el elemento legitimado para la distorsión, y termina siendo el líder espiritual de una panda de desheredados, caracteres pintorescos como un criador de víboras y los componentes de un circo. Los paisajes desérticos. las vías del tren, los códigos de honor desteñidos, forman parte de esa China opacada pero sobreviviente. 

 

 BREVE HISTORIA DE UNA FAMILIA (2024)

Título original: Jia ting Jian shi

Año: 2024.

Duración: 99m

Dirección: Jianjie Ling

Guion: Jianjie Ling

Reparto: Zu Feng. Ke-Yu Gut, Xilun Sun, Muran Lin

Música: Toke Bronson Odin

Fotografía: Jiajao Zhang

País: China (coproducción China-Dinamarca)

Premio del Público Berlín 2024. Premio del Jurado Sundance 2024

 

BLACK DOG (2024)

Título original: Gou Zhen

Año: 2024

Duración: 110m

Dirección: Guan Hu

Guion: Rui Ge, Guan Hu

Reparto: Eddie Peng, Tong Liya,  Jia Zhangke,  Zhang Yi, Hong Yuan.

Música: Breton Vivian

Fotografía: Weizhe Gao

País: China 

2024: Festival de Cannes: Un Certain Regard: Mejor película. 
2024: Premios Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor película extranjera. 
2024: Festival de Valladolid - Seminci: 2 premios. 3 nominaciones
2024: Premios Gotham: Nominada a Mejor dirección. 

2025: Asian Film Awards: 5 nominaciones 



martes, 17 de junio de 2025

SIRAT: insolación o epifanía


Título original: Sirât

Dirección: Oliver Laxe

Guion: Oliver Laxe, Santiago Fillol.

Año: 2025

Duración: 114m

Producción: España-Francia

Música: Kangding Ray

Fotografía: Mauro Herce

El estreno en salas de lo nuevo de Oliver Laxe está siendo un cursillo acelerado de mercadotecnia audiovisual. Prometiendo ser la obra "más accesible" del director, al igual que lo era La favorita en el curriculum de Yorgos Lanthimos, y bajo el robusto paraguas de Movistar + y El Deseo, añádase la muy agraciada omnipresencia mediática del autor en prensa, radio, podcast y televisión (aunque en La Revuelta prefirió ver a su actor principal desde el tendido). Es sin duda el precio a pagar por la ampliación de tu público objetivo, y, en este caso, un precio arriesgado por la apuesta total  a la fusión entre autor y obra. Así, hemos sabido que Oliver lleva deprimido desde los seis años, de su privilegiado y no negado contexto socioeconómico, de su admiración por el Islam, de su recónditas exploraciones, además de verle con progresiva soltura en clases magistrales acerca de las costuras de su película. Ya lo hizo J. Bayona con La sociedad de la nieve, a riesgo de cercenar  el lícito espacio de interpretación personal al que cada espectador tiene derecho. Esta sobreexposición habrá seducido a un público de más amplio espectro, y más de uno ha salido escaldado de la experiencia. Es la tesis del interesantísimo artículo de Miquel Echarri en El País: https://elpais.com/icon/2025-06-13/ver-una-pelicula-para-pasarlo-mal-el-fenomeno-de-sirat-y-el-exito-del-cine-de-la-crueldad.html

Así pues, en el improbable caso de no haberse cruzado con Oliver ni en un reel de Instagram, aquí van algunas claves de Sirât, sin el ominoso subtítulo del cartel español. 

La trama, típica y sencilla, apenas una mera excusa para poner en marcha el cotarro.  Unas líneas acerca del sentido del título, unas manos colocan altavoces gigantescos en la arena del desierto. Sergi López como único actor profesional da vida a Luis,un padre con nombre de padre que busca a su hija desaparecida en las raves de Marruecos. Le acompaña su hijo Esteban, un niño con nombre y alma de viejo, el único punto de luz entre la marabunta de almas errantes. La buscan a la antigua, foto en mano, y los conocemos in medias res.  Desconocemos su contexto y sus coordenadas espaciotemporales, porque no importan. Se internan en la fiesta, deambulan entre los cuerpos en perpetuo movimiento, mecidos en una semiinconsciencia que, aparentemente, es su forma de estar en el mundo. Secuencias magnéticas y música hipnótica en las que el espectador se subsume. El tiempo pasa y se detiene a la vez. Cuatro integrantes del evento se separan para tomar el sol en una colina, y son abordados por Luis, sin éxito. En el culmen del rito, o quizá ya en su decadencia, irrumpe el ejército para desalojar el lugar, una guerra se avecina. La evasión romántica interrumpida. Todos acatan menos los cuatro de antes, que salen de la caravana en busca de la siguiente fiesta. A ellos se les acoplan Luis y su hijo, y comienza una persecución a lo desconocido en la que la cadencia de los desplazamientos, las luchas entre los neumáticos y la arena, el rugido de los motores, la omnipresencia de la música electrónica, las desgarbadas y mutiladas apariencias físicas, la escasez de agua, son de estirpe madmaxiana. Sin el glamour postpunk y con una construcción gélida de personajes, que no se esfuerzan nada por explicar su particular concepto de ciudadanía. Levemente inquietos por las noticias del exterior, apagan la radio y punto.

Este grupo improbable de fugitivos experimenta un esperable acercamiento tentativo toda vez que van al mismo sitio. El niño Esteban haciendo labor de zapa para agujerear los muros de ambos lados. un angustioso periplo por las cordilleras del Atlas y el previo de Los Monegros (Oliver lo cuenta muy bien) y....la bofetada más nítida que se recuerda en el último cine español. Excesivo o no, innecesario o pertinente, lo es desde luego para que Luis emprenda su propio trayecto por ese puente que une el paraíso y el infierno. Sumando otra capa a la trama de contrastes, los mismos ojos que eran incapaz de dejar de mirar en la primera hora de metraje se apartan con cada paso de los desnortados fiesteros. Transición modélica de lo costumbrista hacia lo onírico.  Qué es real, desde cuándo puede no serlo. A Boyero le ha gustado. En pantalla grande. 


miércoles, 4 de junio de 2025

UNA NOVELA PARA LA FERIA:La península de las siete casas vacías, de David Uclés.

 

 


Quien acuda en fin de semana a la recién inaugurada edición de la Feria del Libro de Madrid y no coincida con David Uclés es que se ha equivocado y ha ido en martes. La sorpresa literaria del año 2024, compitiendo en resonancia y extensión con Los escorpiones de Sara Barquinero, es la novela que al aún joven autor de 33 años se le apareció a los 19 y que tardó 15 en cristalizar. La intrahistoria (también somos hinchas de Unamuno) de esta por medios y autor nombrada “novela total” es tan pedregosa y maratoniana como la obra en sí. La trayectoria vital de David desde sus conciertos callejeros en París y Santiago de Compostela y del tibio Odisto en su odiseico periplo de vuelta a casa son parejas. Si el atribulado padre de familia numerosa menguante consigue retornar a su pueblo gracias a la generosidad de muy diversos seres por mar y tierra, el autor de sus días fue dando forma a su idea junto con su multidisciplinar trayectoria artística y aprovechó bien sendas becas de creación para ir más allá de la consabida documentación y confeccionar su sensorial propuesta. 

 Siendo rigurosos, es de justicia reconocer que esta ambiciosa empresa literaria es un puente robusto entre el best-seller orgánico y la narrativa con pretensiones.No se esconde,no inventa nada pero todo en sus páginas tiene una pátina de novedad, de propuesta estilística semienterrada en el siglo pasado, que cala en un público de ese segmento de edad que ya empezó a sufrir el desdén escolar por los clásicos.   Respecto a la cuestión del realismo mágico, causa cierta estupefacción el hecho de haber dejado la lectura de Cien años de soledad en la página 30 "para no contaminarse", una vez decidió que quería hacer eso mismo pero con la historia contemporánea española. Según esas mismas declaraciones, curiosamente a un medio extranjero, nuestro bohemio autor la retomó una vez finiquitada su obra. Nada dice de algún tipo de seguimiento a Isabel Allende, aunque fuera del jaez de cierta miss noventera con el recién fenecido Vargas Llosa. Jándula es Macondo pero es más Mágina, de su paisano Muñoz Molina.  Y Saramago y su balsa de piedra, reimplantada con grapas. Es una suerte de nivola 2.0 con doble tirabuzón y mortal atrás que pone al mismo nivel  (ya se sabe, el de Dios)y casi en las mismas escenas, a don Miguel con el narrador-autor omnipresente e insidioso que ha dado tanto que hablar. Otra resurrección afortunada. Un narrador todopoderoso que no esconde sus impulsos y apetencias, que exprime su inmenso margen de maniobra, que se deleita en recordarnos cada poco quién es el chef ejecutivo de este larguísimo menú degustación, que dinamita la separación canónica en la que insiste todo docente de Literatura. Lo tomas, o lo dejas. 

 Que no es una novela histórica es evidente. De nuevo el autor ha salido a la palestra para reconocer, en un inédito afán de transparencia, que apenas sabía del periodo sobre el que fabula. Una "captatio benevolentiae " de manual, tan exitosa como las de los entrañables clérigos poetas del Medievo.  La minuciosidad puntillista con la que cada suceso histórico se engarza con la correspondiente imagen mágico/onírica eleva y sorprende, pero también agota y distrae. Muy consciente es, por ello, la inclusión al principio de cada capítulo de tenebrosas citas o declaraciones reales que atenúan la hipérbole y el cromatismo en los que vive instalado el relato. En un ejercicio muy logrado de ¿Qué hubiera pasado si...?, abundan los cameos de personajes históricos, algunos simpáticos, otros recurrentes, otros con escasa justificación. Afortunados son los intercambios dialécticos entre el narrador-autor de la novela y el autor/narrador hegemónico de la contienda bélica,ya saben quién. Ojalá Iberia.

David Uclés: La península de las casas vacías. 2024.Siruela. 700 páginas. 

miércoles, 30 de abril de 2025

Cine español de temporada: MUY LEJOS (2025)

 


Título original: Molt Lluny

Año: 2025

País: España

Duración: 100 m

Dirección y guion: Gerard Oms 

Reparto: Mario Casas, David Verdaguer, Ilyas El Ouahdani, Raúl Prieto, Nausicaá Bonin, Jethy Maturin, Hanneke van der Paart

Música: Silvia Pérez Cruz

Fotografía: Edu Canet

 

 Un lunes de abril, una espectadora de edad indeterminada quiere una entrada para "No mucho". La taquillera dice que por ese nombre no le viene nada, y la espectadora responde que es la de Mario Casas. El recurso al  portadismo propio de los que piden un ejemplar del premio Planeta así, en general, en la sección de libros de El Corte Inglés, que debe entenderse como todo un honor para un intérprete al que hay que reconocer el éxito en su reconversión de galán juvenil (entregando el testigo a su hermano Óscar) a actor de prestigio. Mejoría en la vocalización y premio Goya mediante, el bueno de Mario se está llevando los papeles masculinos más jugosos desde hace tiempo. Esta temporada nos ha entregado a su discordante N en la sardónica y muy política Escape (2024), de Rodrigo Cortés, y a este sosias del primerizo director Gerard Oms, que no tuvo que esforzarse mucho para conseguir a su protagonista dado su labor como coach de actores, Mario entre ellos. 

La premisa, al igual que en Escape,  es de lo más original. Casi inverosímil de no ser porque parte de la propia vivencia del director. En los primeros años dos mil, un joven hincha del Espanyol asiste en Utrech al partido entre el equipo local y el suyo. Ataviado con chándal y anorak reglamentario, sufre el empate junto con su hermano y su padre. Pero su actitud doliente no es achacable solo al tibio resultado, y, en un impulso, tira su documentación a una papelera y pasa por el paripé de fingir pérdida por despiste en el aeropuerto, y ha de quedarse en la ciudad ante la inquietud de familia y amigos.

Así, sin motivo aparente, asistimos a la construcción de una vida nueva desde cero. La lengua, las lenguas, será fundamental desde que, aún balbuceante la decisión tomada, escucha hablar español a los operarios de una mudanza.  Como recuerdo permanente de las raíces, es curioso símbolo el perenne atuendo deportivo con el que el recién llegado pasa los meses.

Del cine social europeo se destila en demasiadas ocasiones un mensaje demasiado evidente. Aquí Oms juega con su peripecia equilibrando el realismo de la adaptación al medio con suaves dosis de positividad siempre sustentada en unos secundarios potentes, en una red social que se va tejiendo casi inevitablemente, por el mero hecho de estar. El bofetón de realidad del pertinente y futbolero “yo soy español, español, español” diluido por completo en un entorno en el que el único rasgo identitario es ser del sur, y el idioma compartido, aunque no sea el materno.

En cualquier caso, la raíz del conflicto de Sergio es otra. La huida de uno mismo no suele funcionar, y, en este caso, la incapacidad por reconocerse pone en peligro los lazos frágiles que le mantienen lúcido. Aquí destacan cuatro básicos, con un rol distintivo para cada uno. La mujer extranjera que le da cobijo y que termina siendo, algo tópicamente, una suerte de madre. El barcelonés mustio interpretado por David Verdaguer en un registro no muy lejano al de Saben aquell (David Trueba,2023); el marroquí que le proporciona dos trabajos, no uno, y es derrotado por las falsas expectativas. El hosco holandés  que con sus privados deleites puerta con puerta será, sin él saberlo el inicio de ese proceso de reconocimiento y asunción del ser uno mismo. En curiosa coincidencia con La televisiva Los años nuevos (2024), la catarsis se da por el techno. Caminos más inescrutables nos da la Providencia.

La luz cetrina de Utrech no pone fácil el amanecer con ilusión, tampoco.