El Festival de Toronto del pasado año nos regaló una hermosa muestra de la cara A y de la cara B de la industria cinematográfica. Dos películas de monstruos, las dos dirigidas y guionizadas por españoles, las dos rodadas en inglés, con actores de campanillas, las dos con vocación cosmopolita. Una ligera diferencia presupuestaria: 25 millones frente a 5. Una de ellas se lleva los premios, la taquilla, y sus cuantiosos minutos en los informativos del conglomerado televisivo que ha financiado el proyecto. La otra se estrena casi clandestinamente en España (dos salas en la capital), con un año y medio de retraso. J. Bayona y Nacho Vigalondo fueron pioneros en emprender y marcharse a Hollywood, pero está claro que no le ha rentado igual a uno que a otro. Elucubrar acerca de por qué uno sí y otro no queda para mentes más analíticas y días menos calurosos. Pero está claro que estamos ante un superviviente. Desde aquel corto mítico, 7:39 de la mañana, nominado a los Oscar, Nacho Vigalondo (Cabezón de la Sal, 1977), ha salido a flote en su perseverancia por mezclar géneros con más disparate que cordura, y en la diatriba eterna entre la idea y la materialización de esa idea. Es, además, un pionero de las tempestades de internet, uno de los primeros usuarios célebres de Twitter en ser lapidado y expulsado de los medios por burlarse de asuntos muy, muy serios.http://www.rtve.es/noticias/20110203/nacho-vigalondo-sin-anuncio-sin-blog-pais-comentario-sobre-holocausto-twitter/400859.shtml. Que tiempos los de 2011. Y más aún. Tres años más tarde, pudo experimentar de primera mano la inconsistencia de las promesas juveniles, con Extraterrestre, que debió haber llenado las salas con todos los que afirmaban en las redes estar esperando ansiosamente su estreno.
Así
las cosas, el cineasta cántabro ha sabido cultivar su heterodoxia en
una suerte de tercera vía intermedia entre quedarse en casa y salir
a lo grande. Ya lo consiguió con Open Windows (2014), y lo
vuelve a hacer con este Colossal (2016), que representa la
consolidación de un estilo y de un manual de intenciones.
Extremadamente
beneficiada por una pertinente banda sonora y por la presencia de
Anne Hathaway, que leyó el guion justo cuando buscaba dar un giro a su
carrera, es esta una historia esbozada en dobles planos. Podemos
quedarnos con la primera hora de metraje en su oscilación casi
perfecta entre lo sencillo y lo grandioso. O con la revisitación de
esas comedias noventeras de treinteañeros que vuelven al pueblo con
las orejas gachas y reorientan su rompecabezas vital con lo que
dejaron atrás. Aunque los asuntos por resolver de Gloria son de
calado más planetario que los de Charlize Theron en “Young
Adult” (2011) o los de Matt Dillon en Beautiful Girls
(1996). Aquí, el vaso comunicante entre la desazón costumbrista y
la catástrofe cósmica es el alcohol. Bajo el mensaje evidente de
que las resacas no son buenas, nada tienen que ver sus consecuencias
con las de Días de vino y rosas (1962). El alcoholismo
cervecero de Gloria, tan americano, provoca más hilaridad que
preocupación. Ya nos advirtió Spiderman que un gran poder conlleva
una gran responsabilidad, y una gran oportunidad, podríamos añadir.
Es lo que descubre el villano, en el sentido medieval de la palabra,
Oscar, (Jason Sudeikis) viejoven un tanto bipolar recocido por su
mediocre existencia, aunque rehabilitado por su paciencia en las
sesiones de tortazos a los que le somete su idealizada urbanita. A
esto debe referirse el discurso antimaltrato que han señalado
algunos comentaristas. El contrapunto del garrulismo lo pone un
exquisito y aún británico Dan Stevens como novio mesurado a la par
que príncipe salvador.
Uno
de los méritos de la película es, sin duda, obviar el rigor
científico que podrían reclamarse a partir del baile iniciático de
Gloria en el parque a las 8:00 am. Enredarse en explicaciones
laberínticas que jamás contentan a los puristas solo lastra a las
ficciones, véanse los grupos de seguidores de El Ministerio del
tiempo. La suspensión de la
incredulidad ya la tenemos suficientemente ejercitada en la vida
cotidiana.
Título
original: Colossal
Año:
2016
Duración:
109 minutos
Dirección
y Guion: Nacho Vigalondo
Reparto:
Anne Hathaway, Jason Sudeikis, Dan Stevens, Tim Blake Nelson, Austin
Stowell.
País:
EEUU-Canadá-Corea del Sur- España
Música:
Bear McCreary
Fotografía:
Eric Krees
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