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domingo, 31 de diciembre de 2023

EL CINE DE 2023 EN VARIOPINTAS LISTAS DE FINAL DE AÑO


 Como hace ya mucho que no se dice: no son todas las que están ni están todas las que son. Aquí va la selecta cosecha de El Niño Cabra bien clasificada en epígrafes más o menos clásicos para la degustación general. En este curso ha sido el de la duración de los metrajes superior en dígitos a la duración de algunos títulos en salas. No importa, pensamos, ya los pescarán las plataformas. Con la intención de ir resquebrajando la fe de los muy creyentes, el caso recentísimo e inaudito de La espera, de Francisco Javier Gutiérrez. Elogiada con fervor tras su paso por festivales,  con un premiado y excelso, dicen, Víctor Clavijo, cuyo recorrido comercial en Madrid se redujo a una sola sala y a una sola semana. Algunos afortunados de provincias pueden visionarla aún en escualidez horaria más típica de función teatral, y no hay rescate internáutico a la vista. Así que cuidado con el 2024. Si pestañeas, te las pierdes. 

Por estricto orden de estreno.

LAS MEJORES

Holy Spider, de Ali Abassi. Irán. Incomodidad, perturbación, religión y justicia.

El triángulo de la tristeza, de Ruben Östlund. Suecia. Los ricos europeos concursan en Supervivientes.

The Quiet Girl, de Colm Bairéad. Irlanda. La infancia como antítesis del paraíso.

El castigo, de Matías Bize. Chile. Reseñada aqui. https://elninocabra.blogspot.com/2023/04/el-castigo.html.  Noventa minutos de asfixia y estocadas dialécticas.

Las ocho montañas, de Feliz Van Groeningen y Charlotte Vandermeersch. Italia. La amistad masculina existe,

Upon Entry, de Alejandro Rojas y Juan Sebastian Vasquez. España. https://elninocabra.blogspot.com/2023/07/upon-entry-la-llegada.html. Horror contemporáneo de primer mundo.

La vida no tan simple, de Félix Viscarret. España. Y la vida era esto. 

Monstruo, de Hirokazu Koreeda. Reseñada aquí. https://elninocabra.blogspot.com/2023/10/cine-monstruo.html. Los seres de luz no existen.

LAS SORPRESAS

Libres (duc in altum), de Santos Blanco. España.  https://elninocabra.blogspot.com/2023/05/libres-duc-in-altum.html

Los tres mosqueteros: Dartagnan, de Martin Bourboulon. Francia.

Barbie, de Greta Gerwig.EEUU. 

El sol del futuro, de Nanni Moretti. Italia.

Saben aquell, de David Trueba.

Teresa, de Paula Ortiz. España.

LAS IGNOTAS

La paradoja de Antares, de Luis Tinoco. España. 

El fantástico caso del Golem, de Burnin´Percebes.

La desconocida, de Pablo Maqueda. España.

Los colonos, de Felipe Gálvez. Chile.  https://elninocabra.blogspot.com/2023/11/los-colonos-2023-el-oeste-en-el-sur.html

Quest,  de Antonina Obrador. España.

Samsara, de Lois Patiño. España.

LAS QUE COMPENSAN SUS MÁS DE DOS HORAS Y MEDIA 

Babylon, de Damien Chazelle. EEUU

Decision to Leave, de Heojil Kyolshim. Corea del Sur.

Misión imposible: sentencia mortal parte 1, de Christopher McQuarrie. EEUU.

La sociedad de la nieve, de Juan Antonio Bayona. España.

 

LAS DECEPCIONES

La ballena, de Darren Aronovsky. EEUU.

Almas en pena de Inisherin, de Martin McDonagh. Irlanda.

The Lost King, de Stephen Frears. GB.

Asteroid City, de Wes Anderson. EEUU. 

Passages, de Ira Sachs. Francia.




miércoles, 6 de diciembre de 2023

DE BESTIAS Y AVES

 


En este 2023 casi finito, la misma novela ha sido galardonada en abril con el Nacional de la Crítica, y en octubre con el Nacional de Narrativa. Una autora escondida para el gran público, que ya estaba allí antes del advenimiento de otras muchas que descuellan con óperas primas más o menos brillantes pero siempre oportunas. Con De bestias y aves, su segunda narración larga, Pilar Adón ha escrito el Antiplaneta con mimbres similares, como el punto de vista femenino que narra su propia peripecia, pero sin folletín ni fanfarria. Coro, una pintora de cierto renombre, atraviesa una crisis existencial que la lleva a coger el coche y emprender un trayecto nocturno sin teléfono móvil, y sin apenas gasolina en el depósito. Su vida hasta ese momento acaba cuando es acogida a la fuerza por las mujeres que habitan la casa junto a la que ha quedado varada. A partir de aquí, el lector comparte con la protagonista la lógica secuencia de sentimientos y pensamientos, desde el agradecimiento inicial, con reservas,  la curiosidad estupefacta por  el funcionamiento de ese hermético microcosmos,  la resistencia íntima a formar parte de él y culminando con la certeza progresiva e inapelable de que no la dejarán marchar.

El tono lo es todo. Con la información justa, la autora nos ofrece un retrato poliédrico de la cotidianidad de un grupo de mujeres voluntariamente encapsuladas en un entorno exuberante para los sentidos. Paraíso y prisión al mismo tiempo. Un festín de escritura sensorial que el lector absorbe casi sin esfuerzo. El paraje natural es un tapiz  en el que no sobra ningún adjetivo. Una oda léxica que recuerda a ciertos pasajes de la estupenda Hamnet, de Maggie O´Farrell. La descripción como arte. Pero claro, la fragilidad o fortaleza de las sociedades utópicas siempre se decide ante la intromisión de lo ajeno. Esta en concreto, a la que llaman Betania, comparte oscuridad y pulsión femenina con las sucesivas viviendas en las que las Stella Maris de La Mesías nacen, crecen y se desarrollan como hijas predilectas del internet cómico-fundamentalista.  Las mujeres de Betania adoptan una sola identidad cercana a la clausura monjil, en la que cada una de ellas se reserva algunos rasgos de carácter y, por supuesto, un papel distintivo en el reparto de tareas. También gozan de la presencia de una guía, Missa Tita, a la que Coro recuerda bruscamente su corporeidad al caérsele encima en una escena casi cómica que conjura la solemnidad del encuentro. 

Todas esas mujeres se ufanan de su libertad pero se imponen elementos coercitivos como los vestidos, inadecuados para caminar entre matorrales, y la verja de la casa, icono esencial en la futurible multipremiada serie. Coro no dejará de ser nunca una suerte de apéndice a punto de infectarse, oscilante entre la indignación por ser retenida e ignoradas sus preguntas y la resignación, materializada en el vestido con el que se araña las piernas en sus sucesivas exploraciones. Sin ánimo de caer en el tópico, pueden defenderse también resonancias lorquianas en la construcción simbólica del medio. El hombre como elemento perturbador, encarnado en la figura, ambigua como todas esas mujeres, de Tobías Mos. Un casi viejo que reclama la propiedad de la casa y que aguarda su turno sobreviviendo cerca del lago. Un hombre adulto cuya vida a la intemperie se convierte en entretenimiento y conocimiento de la más joven, una niña sin vínculos familiares con ninguna de las mujeres. Un lago que guarda secretos y cuyas aguas recuerdan a Coro el episodio trágico no resuelto que la ha terminado llevando hasta allí. 

La placidez onírica de la vida en Betania se va diluyendo desde la llegada de Coro, aparentemente sincronizada con la reaparición de Mos. Quizá una prueba divina, quizá un castigo por la soberbia de esas mujeres que presumen de superioridad moral frente a los urbanitas. La religión entendida como trayecto está muy presente en la historia. Algo audaz en estos tiempos. Coro también debe superar un par de ritos iniciaticos para lograr la purificación de su alma herida. El viaje inicial en coche es un fracaso y a la vez una segunda oportunidad. La inmersión en la poza, evidente reflejo del bautismo, supone el clímax en la lucha de Coro por eludir el sentimiento de pertenencia hacia una vida nueva. 

No es fácil mantener la tensión narrativa en un relato de vocación intimista pero profundamente arraigado en su marco externo, y  del cual dudamos continuamente. Un terreno fértil para la psique, los sueños y las leyendas. 

Pilar Adón.  De bestias y aves. Galaxia Gutenberg, 2022. 208 páginas. 

domingo, 5 de noviembre de 2023

LOS COLONOS (2023). EL OESTE EN EL SUR.

"Cuando los militares se aburren, uno puede esperar cualquier cosa", afirma resignado uno de los personajes de Los colonos. Sobrecoge la certeza en estos tiempos en los que nos seguimos desangrando. Opacada por el huracán Scorsese, o en venturosa coincidencia, según se mire, aún puede verse en cines la ópera prima del guionista chileno Felipe Gálvez. Un estupendo western con aspiraciones contemporáneas y sin miedo a la ambición que puede dar la sorpresa en la temporada de premios. Buena oportunidad para comparar perspectivas y resultados.

 La voracidad territorial del hombre blanco en aras del evangelio de Dios o del dinero ha tenido  una fértil trayectoria cinematográfica, principalmente en lo  que respecta a América del Norte. El progresivo cambio de foco hacia la revisión de mitos y la entonación del mea culpa va cristalizando a partir de hitos como Unforgiven (1992) o Dancing with Wolves (1991),a la vez que el género ha resucitado tanto en pantallas grandes y pequeñas - los trabajos de Taylor Sheridan-  como en la literatura - Jon Bilbao en la narrativa patria. Ya no es posible volver atrás, y, parece ser que salvo la muy primermundista Australia, hay un consenso general acerca del resarcimiento infinito que deben recibir las Primeras Naciones. En este contexto, como ya es sabido, se embarca el octogenario Martin Scorsese en una obra magna acerca de uno de los episodios tenebrosos del cómo se hizo Estados Unidos de América.  Más de tres horas y media que flaquean a medida que avanza el metraje y la trama discurre por cauces previsibles, oda al sistema judicial incluida. 

En la otra parte, el chileno Gálvez saca petróleo del presupuesto y condensa un periodo similar en cronología e ignominia de la historia de su país en apenas hora y media. El indio de América Latina y su exterminio ha tenido poca presencia en el cine. La metrópoli y las sucesivas repúblicas estaban a otras cosas, pero todo llega. La colonización de uno de los confines de la Tierra se presenta como una necesidad para la naciente economía de la república,  basada en el latifundismo ganadero que pretende vallarlo todo, expulsando a seres humanos para poner ovejas. Mientras Scorsese ocupa las primeras secuencias en presentar al pueblo Osage en el origen y esplendor de su inaudita riqueza, la escena inicial de Los colonos quita la respiración. Un trabajador pierde un brazo haciendo una labor que se nos hurta, y mientras musita que está bien, que es solo un brazo, su superior a caballo le ejecuta mientras recuerda al resto que un trabajador lisiado no es nadie. 

La desolación de las planicies inmensas de Tierra de Fuego coloniza las almas del trío protagonista. Un escocés que se presenta como teniente del ejército británico, un tejano ufano de su experiencia en matar indios, y un mestizo, Segundo, que presta su mirada ausente al inicio, e involucrada después, obligado a participar del espectáculo de sangre. Víctima de todas sus circunstancias, Segundo es reclutado para la peculiar expedición por su puntería con el rifle, y es sistemáticamente ignorado por sus testosterónicos compañeros hasta el momento terrible de la primera masacre de los Ona. En


Killers Of The Flower Moon
, la mirada india corresponde a Molly, magnéticamente interpretada por Lily Gladstone. Molly ve desvanecerse su suerte a base de ver morir a su familia, sin perder nunca su decir cadencioso. Segundo, en cambio, nunca tuvo suerte. Ambos tienen la oportunidad final de dar voz a lo innombrable, gracias, en todo caso, a otros hombres blancos buenos. De un lado, Vicuña, (Marcelo Alonso). enviado del presidente de la República para poner orden en el descarnado sur. Del otro,el honesto agente de la ley White (Jesse Plemons), que no para hasta desenredar la madeja de subcontratas del crimen que asola la villa Osage. Más semejanzas, en los terratenientes de ambas historias, sociópatas sedientos de más dinero. José Menéndez, figura histórica que orquesta las matanzas indígenas con aportaciones  tan viles como pagar recompensas por oreja de indio y útero de india; y William Hale (recuperado Robert de Niro), que añade un plus de hipocresía premium al alcance de muy pocos. 

El recurso a documentos gráficos reales en ambas películas es también digno de mención. En la norteamericana al inicio, y al final en la chilena. Se sentía necesario subrayar que aquello sucedió en el mismo continente, en menos de medio siglo, a miles de kilómetros de distancia, por la codicia y el sentirse el pueblo elegido.  Sigue sucediendo.


 

domingo, 1 de octubre de 2023

CINE DE INICIO DE CURSO. MONSTRUO. Kore-eda y el acoso escolar.

 


 

 

Hay monstruos en todas partes, pero en unas más que en otras. El japonés Koreeda, uno de los grandes del cine contemporáneo, frecuentador de festivales y carteleras, acude a su cita con las salas españolas en este inicio de curso con una historia de lacerante pertinencia. Igual que el azaroso azar unió hace unas semanas a la  obra teatral Prima Facie con el caso Rubiales, este sentido alegato contra el desamparo infantil y las situaciones que conlleva, coincide en el tiempo con el suceso de Jerez de la Frontera. Quizá esta circunstancia aumente su visibilidad, aunque no llegue a conseguir agotar localidades y una reposición navideña como el monólogo de la inconmensurable Vicky Luengo. 

Es este su primer trabajo con un guion ajeno, aunque no se nota. El texto firmado por Yuji Sakamoto vuelve a los temas transversales de la filmografía del director, y se esfuerza en crear vínculos emocionales entre espectador y personajes esquivando con solvencia la amenaza de sentimentalismo. Sin la agudeza de anteriores ocasiones, hay que decir.

La historia dolorosamente universal de un niño de primaria que empieza a comportarse de manera extraña es contada en tres actos y tres puntos de vista. El de su madre, el del profesor implicado, y una conclusión salomónica por parte del ojo de la cámara. La madre, viuda aunque tratada de soltera, es víctima también de los prejuicios que aún sustentan una sociedad tan bipolar como la japonesa. Primeramente parece reaccionar con cierta lentitud a los signos de sospecha. Su actitud conciliadora después de que su hijo  se tire del coche en marcha recuerda a esas progenitoras de hikikomoris que prefieren hacerse una cocina nueva porque su hijo se ha encerrado en ella en lugar de tirar la puerta abajo al modo mediterráneo. Cuando toma conciencia de la situación y exige explicaciones, se topa con la reacción digamos tibia del centro educativo, que la trata con conmiseración y la acusa nada veladamente de exagerada. El veredicto de este primer acto es claro, y gustaría a los jueces sumarísimos que pueblan las redes estos días. 

Es el punto de vista del profesor el que va aportando nuevos datos, y destapa la decisión creativa que lastra la propuesta. El suspense por saber quién tiene la culpa se construye a base de seleccionar y temporalizar los datos necesarios para que el espectador decida, de tal modo que su resolución coincida con la que nos da el punto de vista objetivo en el tercer acto. En ocasiones el hilo no es muy fino. 

En cualquier caso, la visión poliédrica de un asunto, el del acoso, que jamás es lineal ni sencillo de desmadejar, es expuesta con pulso y con profusión de detalles acerca del destrozo que actitudes y comentarios hechos con o sin pensar hacen a multitud de vidas. Los niños protagonistas estremecen con su manera de afrontar comportamientos inexplicables de sus semejantes y de los adultos, culpables sin miramientos. El aprovechamiento depredador de los medios de comunicación de hoy,los secretos que ocultan los que debieran protegerlos. Casi todos los personajes utilizan la palabra "monstruo" para su particular contexto, dejando claro cuál la hipótesis ganadora.

Entre la desolación asoma la visión esperanzada tan propia del director. La inocencia de las criaturas, y la idea de la naturaleza como refugio. La luz del bosque frente a la oscuridad de la escuela y de las casas. La tempestad de la que el que sobrevive sale más fuerte. Al final, el mensaje nítidamente contemporáneo de aceptar y aceptarse sobrepasa la ruta inicial de melodrama más misterio. 

MONSTRUO

Título original: Kaibutsu

País: Japón

Duración: 126.

Dirección: Hirokazu Koreeda

Guion: Yuji Sakamoto

Reparto: Soya Kurukawa, Hiiragii Hinata, Sakura Ando, Eita Nagayama, Mitsuki Takahata, Yuko Tanaka. 

Música: Ryuichi Sakamoto

Fotografía: Ryûto Kòndo.


Ganadora del premio al mejor guion en el festival de Cannes 2023.

domingo, 3 de septiembre de 2023

ÚLTIMO CINE DE VERANO: LAS CHICAS ESTÁN BIEN


 El debut de Itsaso Arana en la dirección no defraudará en absoluto a los conocedores de su trayectoria como actriz bajo la batuta de Jonás Trueba y de creadora teatral en la compañía La tristura. De sus quehaceres artísticos bebe este primer largo, producido de hecho por Los ilusos,  y ahí están los agradecimientos en los títulos de crédito. 

Con estos mimbres y con amigas de la casa como Irene Escolar y Bárbara Lennie, Arana confecciona un luminoso retrato de la convivencia lúdico-laboral de cuatro actrices (las mencionadas más Itziar Manero y Helena Ezquerro) más la directora del montaje que preparan (la propia Itsaso Arana) en una casa de campo. En ese entorno bucólico y bellamente fotografiado fluye una historia sencilla en su narración aunque con aristas puntuales, amortiguadas por las sedas de los vestidos de época,  que navega a través del doble plano de la obra que se ensaya y de los momentos de ocio y descanso en los que directora y actrices conversan apaciblemente acerca de sus inquietudes y proyectos. El que personajes y elenco compartan nombre y ciertos eventos vitales (el embarazo de Bárbara Lennie el más evidente), es un jugueteo con la autoficción que no molesta demasiado. 

Es más sustanciosa la interacción constante entre la amistad y el trabajo. El contexto ideal para los entornos artísticos, sin duda. La cámara de Arana se recrea en secuencias dialógicas en dormitorios al amanecer, salas de estar al anochecer, tardes en la ribera del río, todas ellas construidas con primeros planos que resaltan la expresividad de las actrices. Los diálogos son lo mejor de la función, sin duda. La escritura es indudablemente teatral, con réplicas largas en las que el pensamiento discurre sin cortapisas de espacio ni tiempo, tamizado de una ironía elegante por sutil. Las chicas contagian a sus roles el entusiasmo por un presente y un futuro palpitantes, sin caer en la languidez que se esperaría de muchachas reclinadas pasivamente en sofás y camas. El texto de la obra ficticia está especialmente conseguido en su función de justificación del encuentro y como enganche con las conversaciones cotidianas. Las chicas ensayan vestidas como sus personajes, hermanas acomodadas del siglo XIX que ven la vida pasar mientras mantienen correspondencia con su hermano ausente. Este les va proporcionando una educación a distancia para la vida acorde al decoro exigido para su clase y su sexo, en un tono suave y afectuoso que se mantiene en el resto de intercambios comunicativos entre las chicas y otros personajes esporádicos como la dueña de la casa y una niña que pulula por ahí a la que reclutan para los ensayos y que claramente se verá presa del veneno del teatro. 

En este entrar y salir del papel, los segmentos confesionales son claves para afinar en la dimensión humana de cada una de ellas. En ellos sobresalen Itziar y Helena. Ambas comparten pérdida familiar temprana y un sentido del equilibrio emocional notable. Irene nos entretiene con diatribas amorosas y Bárbara se prepara para la maternidad en ese ambiente de tribu tan beneficioso dicen para la crianza. Mención aparte merece el único personaje masculino hecho materia. Un ligue adorable que se incorpora a las rutinas y a los rituales de las chicas de una manera que solo puede ser contemporánea.

domingo, 6 de agosto de 2023

SERIES: LA NOCHE QUE LOGAN DESPERTÓ


 Xavier Dolan lo deja. El más prominente ejemplo de joven hombre orquesta en la cinematografía contemporánea, afirma estar harto de la escasa repercusión de sus obras. Un ejercicio de reflexión muy poco común dentro del colectivo del arte y ensayo, que podría ser contrarrestado por una buena conversación con nuestro Albert Serra. Desde aquí emplazamos a Xavier a ese encuentro. Seguro que encuentra una motivación renovada, no solo para rodar la producción "en estado embrionario" según sus palabras, que tiene acordada con HBO. 

Esta mala noticia es un punto para Filmin, una de las dos o tres plataformas que, lamenta el creador, han comprado la serie. Hay que decir, obra casi postrera que puede ser un enganche interesante para abordar sus restantes trabajos aun en sentido inverso. Porque aquí se muestran bien lustrosos todos los intereses y todas las obsesiones que han acompañado a Dolan desde su debut casi adolescente con He matado a mi madre (2009).  Su querencia por el melodrama familiar envuelto en esa estética feísta y decadente que quizá ahuyente más a un público potencial que el endiablado francés quebecois en el que rueda habitualmente, aunque opine lo contrario. 

En esta ocasión, Dolan vuelve a versionar una obra teatral de Michel Marc Bouchard, como ya hizo en Tom en la granja (2013). La pieza, estrenada en 2019, es la materia prima perfecta para que el de nuevo productor/director/guionista/montador/actor elabore un menú de alta cocina, con múltiples preparaciones y adaptado con precisión a las posibilidades que da el formato miniserie. Cinco episodios de apenas una hora de duraciòn, cada uno encabezado por el nombre de uno de los personajes principales. El esfuerzo por otorgar al espectador un punto de partida asequible cristaliza desde las primeras escenas. Madeleine,"Mado", la matriarca de la familia Larouche, agoniza en su cama y todo se prepara para el inminente final. Hay una caja de latón con recuerdos y una última llamada. A su alrededor van reunièndose sus hijos. Julien, el mayor, preso en un matrimonio anodino con Chantal, su novia de toda la vida, Denis, que parece funcionar de pegamento familiar a la par que mantiene su vida y su casa en una mugre absoluta, y Elliot, el pequeño, que sale de un centro de rehabilitación para despedirse de su madre. Este es el personaje que Dolan se reserva, y sus razones tiene. Todos ellos acarrean dificultosamente cicatrices del pasado de una herida compartida, recibida con perplejidad y asumida con resignación. Es en el segundo capítulo cuando aparece el personaje catalizador de la tragedia. Mireille, la hermana mediana, que ha estado veinte años haciendo su vida en Montrèal. A partir de ese momento, la información se va dosificando sabiamente y el espectador no familiarizado con los códigos del joven cineasta se va dando cuenta de que un dramón de sobremesa no es. Hay un secreto terrible que ha destrozado una familia, sí, pero la narrativa y el envoltorio es tan poco ortodoxo como cabía esperar. La sórdida historia se desvela pizca a pizca, tamizada de imágenes alucinatorias y recuerdos borrosos que se enredan entre sí hasta casi perder el equilibrio entre el suceso acaecido, lo soñado y lo que cada uno desearía que hubiese pasado. No solo Elliot o Julien, más proclives al onirismo por sus adicciones mal resueltas. Esta ceremonia de la confusión va a más a cuenta de la fenomenal banda sonora a cargo de nada menos que Hans Zimmer y David Fleming, amén de composiciones de Rufus Wainright y un momento cumbre de karaoke Céline Dion. Imposible ser más de la tierra. La factura estilística tan del gusto del autor, rebosa oscuridad y propuestas visuales incómodas que retratan a unos seres que, treinta años después de que sus vidas se fueran a la basura, tienen la oportunidad de aventurar una redención.

domingo, 9 de julio de 2023

UPON ENTRY (LA LLEGADA)

 

Es verano. El momento pautado para que millones de trabajadores desenfunden su derecho a tener el mundo a su alcance. Nos lo hemos ganado, y lo dice el convenio. Asumimos el precio a pagar en forma de horas gastadas esperando en estaciones y aeropuertos, afrontando trayectos cada vez más incómodos , todo por un cambio. De paisajes, de rutinas, de caras. “Desconectar” unos cuantos días para permanecer conectados sin incidencias el resto del año. Routers.

Pero, además de nuestro tiempo,¿qué precio estamos dispuestos a pagar por unos selfies en Time Square y por un sello más  en el pasaporte?

Como bien saben los espectadores de Control de Fronteras en sus diversas variantes, el turista común no tiene mucho que perder, salvo algún embutido defectuosamente oculto en la maleta. El mal rato se pasa ante la pantalla del ordenador, rellenando los formularios de entrada de mellizos nombres (ESTA, ETA), y , a lo sumo, ante en el puesto  policíal correspondiente.  Por eso, la experiencia que se narra en la película de Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez sonará extraterrestre a casi todos los espectadores, que asisten incrédulos a un escarpado ejercicio de tensión y suspense sostenidos tan solo mediante la palabra. Aquí puede que radique el punto débil de su construcción narrativa. Los protagonistas no van a pasar una semana en Manhattan sino que pretenden quedarse y prosperar.  En nuestra parte del metaverso, cualquier persona puede participar en la lotería de la Green Card inscripción mediante, ganarla en buena lid, hacer las maletas y vivir en el paraíso americano como residente de pleno derecho. Eso es lo que quiere hacer Elena, bailarina de Barcelona. Bruna Cusí imprime a su personaje todos los matices esperables en alguien que pasa por todas las emociones posibles en menos de cuatro horas. El problema de Elena es su pareja, Diego, urbanista venezolano en paro, con una historia personal que se va desvelando capa a capa, y que provoca en el espectador una empatía inicial que se va perdiendo. Alberto Ammán (premiado en el Festival de Málaga) transmite fenomenalmente la demolición inevitable  del personaje, ya acreedor desde el inicio de cierta antipatía por su aire nervioso y despistado, nada recomendable cuando uno afronta un viaje a ultramar.

Fue Felisberto Hernández, un cuentista olvidado del Modernismo, quien pone en el mapa literario la relación entre el horror y lo cotidiano. Desde Nadie encendía las lámparas, su texto más logrado, todo espacio y todo segmento del día puede procurarnos arritmias y desazones. Qué decir de un aeropuerto, uno de esos no lugares plenos de oxímoron. Tan accesibles y restringidos.  Tan masificados y tan solitarios.

 

El guion, milimétrica sincronía de cada revelación con cada cambio emocional en los personajes, recuerda a otra historia reciente de terror en lo cotidiano, El castigo, de Matías Bize. En ambas, en menos de 90 minutos, personas de una normalidad vital estándar se ven envueltas  en una situación a cada segundo más angustiosa en la que su capacidad de decidir desaparece en manos de otros. Esos otros, en ambos casos, son agentes de la ley. Una mujer y un hombre. Una no casualmente latina (Laura Gómez) y un no casualmente yanqui (Ben Temple). El espíritu de Josef K asiste al desigual intercambio comunicativo que, gota a gota, va despojando a los audaces migrantes de su intimidad, de sus deseos, de sus secretos. Y nosotros, frente al espejo.

 

UPON ENTRY

País: España Año: 2022  Duración: 75m.

Dirección: Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez .

Guion: Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez.

Reparto: Alberto Ammán, Bruna Cusí, Laura Gómez, Ben Temple.

Fotografía: Juan Sebastián Vasquez.

Género: Thriller psicológico.

 

sábado, 1 de julio de 2023

PISCINOSOFÍA. EL VERANO HECHO LIBRO.


Un piscinósofo no compite por las tumbonas a pie de escalerilla, ni deja tirada la toalla chillona sobre el objeto de su deseo. Tampoco es amigo de las meriendas ruidosas ni del acuagym. La disyuntiva playa/piscina no ha lugar. Nunca debió existir, de hecho. El glamour y los chapoteos no casan con la arena y las algas. A una piscina no se va a entrenar para las Olimpiadas. El nado debe ser lento, fluido y deleitoso, o no ser. Un piscinósofo lee y ve a los clásicos, prefiere bañador a bikini y aprovecha cualquier resquicio para completar su lista de piscinas por el mundo. Un peregrinar de matices más intensos que el del fan arquetípico de Bruce Springsteeen, por ejemplo.

Puede que el azul piscina no tenga código asignado en el Pantone, pero a quién le importa si ya están las obras de Hockney,  las películas de Esther Williams o  Burt Lancaster en la piel y el bañador del relato de Cheever. De estos iconos de la cultura popular y de muchos otros versa Piscinosofía, un tratado acuático y desordenado sobre piscinas reales e imaginadas, un evidentemente refrescante ensayo/crónica de la periodista y piscinósofa Anabel Hernández, muy bien documentado y pasado por el tamiz de la autobiografía, como corresponde a estos tiempos. La imagen de cubierta, un fragmento de The Lookout, de Michele Poirier, encapsula las sensaciones cosustanciales a cualquier ser de bien en ese glorioso contexto.  Las páginas de este tratado destilan un aroma vintage  similar a la de Agua y Jabón, apuntes sobre elegancia involuntaria, de Marta D. Riezu, toda una revelación en las listas de ventas del pasado curso. Ambos conforman un dúo de homenajes a la vida en cámara lenta y pose decadente barrida de nuestra percepción del mundo mucho antes de la llegada de los audiovisuales de máximo tres minutos, Piscinosofía es la prima upper class de los habitantes del también multireeditado La España de las piscinas, de Jorge Dioni.

La autora exhibe sin ningún temor a represalias su deambular laboral por piscinas de todo el mundo y de todo pelaje. Se blinda con un prólogo que intenta convencernos de que este "no es un libro de piscinas", igual que el arcipreste de Hita y su concepto del buen amor. Le haremos caso mientras paseamos por los bordes de todas ellas. La que yace escondida en una villa de La Toscana.  La sorprendentemente desconocida del Cañaveral de León, en Huelva. Las privadísimas de exclusivos alojamientos rurales. Las de autor, como la de William Hearst o la de La cuadra de San Cristóbal en México. Pero el grueso de la exploración recae en piletas más democráticas. Accesibles en mayor o menor medida a cualquiera que disponga de gorro, toalla y monedero. Algunas ya inexistentes, testigos de tiempos más desprejuiciados que se presumían tan eternos como abrupto fue su final. Resulta que fue la Inglaterra decimonónica la que construyó la primera piscina pública para la práctica natatoria más que para el esparcimiento. Le siguieron recintos míticos como la Molitor de París. Páginas sentidas y merecidas se lleva La isla del Manzanares, proyecto arquitectónico hijo de la República,  arrasado durante la guerra, reconstruido y vuelto a derruir por el règimen franquista. 

De leve madrileñocentrismo adolece la lista, si bien el lector siente punzadas de nostalgia ante la descripción de piscinas que nunca podrá catar, como la Stella en Arturo Soria, o la fantasmal de las Torres Blancas, en las que la autora/investigadora se cuela con la artimaña de ir buscando piso. De las que sobreviven, la de la Universidad Complutense, una suerte de sede central para Anabel, y la del antaño Parque Sindical, desmesurada y fundamental en la sociología del urbanismo del siglo XX. De poderosa atracción son las piscinas urbanas que son a la vez obras de arte, como la Amalienbad en Viena, o las Dos Mares en Oporto. Las fotos que busquen por ahì no hacen justicia. 

Como una se considera también piscinósofa sin etiqueta, me aventuro a completar la lista con la Kitsilano Pool, en Vancouver, y con alguna de las piscinas de Nueva York en las que la autora confiesa nunca haber metido el pie durante sus años de estancia. Son gratis. 

ANABEL VÁZQUEZ: PISCINOSOFÍA. LIBROS DEL K.O. 2023. 176 PÁGS.

domingo, 21 de mayo de 2023

LIBRES: DUC IN ALTUM


La libertad como el concepto más manoseado últimamente, puede materializarse de muchas maneras y en lugares sin alcohol ni terrazas. Desde el mes pasado sobrevive heroicamente en la cartelera una propuesta que podría considerarse el epítome de la contracultura contemporánea. Frente al barullo, frente a la apabullante estimulación sensorial que se ha hecho un hueco nuestras vidas a base de martillazos, una narración nada inocente acerca de una elección motivada y atemporal. Qué lleva a alguien a enclaustrarse en un monasterio en pleno siglo XXI es una cuestión más fácil de responder que hace unas décadas. El hecho de que todos los que aparecen en la película dispongan de hospedería es una señal clara de que el Beatus ille latino sigue siendo una aspiración vital. 

Pero esto no es un publirreportaje sobre las bondades de la soledad y del silencio, expulsados de nuestra cotidianeidad, convertidos en miedos cervales para una generación incapaz de soportarlos. A pesar de lo que pueden leerse en algunas críticas, quizá bienintencionadas para no espantar al espectador potencial, el hecho religioso está presente desde la primera secuencia. La llamada que traspasa y descoloca. El reverso tenebroso de la de Los Javis. La monja que antes fue profesional de tacón alto y cinco hijos relata con seriedad heladora el momento en el que se dio cuenta de la vacuidad de su vida. El holandés cultísimo y cosmopolita golpeado por las tragedias familiares que halla en los hábitos la paz que no sabía que necesitaba. El seminarista destinado a grandes hazañas académicas que intentó escaquearse de su destino desde la adolescencia. Y quizá el personaje más estereotipado, el de la novicia eternamente sonriente que habla de sus pretendientes pasados con desparpajo. Personas normales que una vez escucharon y se dejaron tomar de la mano.

Respetando las palabras expresadas por su director Santos Blanco, evitaremos el término "catequesis".Pero el campo semántico es amplio, y su habilidad más notable es la de ir diseminando las píldoras evangelizadoras con exuberantes planos de dron por tierras navarras y gallegas. En la oscuridad de una pequeña sala de cine de gran ciudad alienante, a quién no le gustaría ser teletransportado a tales locus amoenus. Pero lo que vemos no son comunas. El motor no es mejorar esa pequeña parcela del mundo. Solamente necesitan de Él, su coartada para permanecer ajenos y superar los sinsabores de la convivencia, subrayados constantemente en el metraje por si acaso. Se advierte en todos ellos un anhelo de la divinidad, una aspiración a la experiencia mística teresiana y, a la par, la frustración por quedarse en la fase de Fray Luis. 

Los protagonistas de estas historias encuentran su encaje en el mundo a través de la fe. Es la fe la urdimbre de todas las tramas. El aislamiento funciona como constructor de  la individualidad mientras el mundo gire en sentido contrario. Todos ellos afirman estar al tanto de lo que se cuece y se muestran como alternativa a las terapias mundanas. Los trabajos manuales para apaciguar el espíritu. Pero se omite que ese abandono incondicional funciona como vector de clase. Todos ellos proceden de entornos favorecidos, más evidentes en los más jovenes, que les han permitido/alentado a seguir ese camino con más o menos piedras según los casos. No han cambiado mucho las cosas desde las hijas nobles destinadas a los conventos más señeros, que necesitaban de ellas y sus dotes para seguir funcionando. Los  colegiales que poblaban la segunda proyección tras el estreno asentían transidos de emoción, subrayando la figura, pintoresca desde fuera, de las juventudes apostólicas romanas , y aplaudieron con fuerza el final, como se hace al aterrizar en los aviones que transitan por ciertas regiones también muy admiradoras de Cristo Redentor, el que nos trae y nos lleva. Nunca es tarde para ser escogidos. 

LIBRES (2023)

España. 103 m.

Dirección: Santos Blanco

Guion: Javier Lorenzo

Género: documental

Música: Óscar Martín

Fotografía: Carlos de la Rosa


jueves, 27 de abril de 2023

EL CASTIGO

 

El castigo, premio a la mejor dirección en el Festival de Málaga 2023, comienza en el interior de un coche, conducido nerviosamente por una mujer de gesto severo. Interrumpe la marcha, da media vuelta bruscamente en una carretera solitaria y se detiene. De él salen la mujer y un hombre, y llaman a Lucas con insistencia. Padres que han perdido a su hijo. Una premisa sugerente y sencilla que encamina al espectador al subgénero de las desapariciones infantiles. Pero es solo una primera capa en el envoltorio de esta propuesta que se va cargando de angustia a la par que los silencios y las miradas llenan la pantalla. 

El realizador chileno Matías Bife filma con pulso y distancia un muy medido guion de Coral Cruz que opera como una olla a presión que inevitablemente estalla por la cantidad de combustible en forma de rencor y de cosas no dichas acumuladas en años. Una pareja bien situada va a visitar a la madre de ella, un hijo de ocho años que la lía en el coche y una madre que pierde la paciencia y decide darle un escarmiento, dejándole solo en la carretera boscosa tres minutos. Solo tres minutos. 

Con la aparición de los secundarios, la pareja de policías (pacos, en el argot chileno), los papeles se van repartiendo. Ana, la madre de gesto siempre adusto, reflejo de una carga enorme, interpretada con enorme profundidad y contención por Antonia Zegers, la que cede al impulso y asume la culpa. Mateo, el padre, Néstor Cantillana, que en la búsqueda se revela como el típico padre colega que sabe que algo no está bien en su hijo pero que es incapaz de poner límites porque es un niño y le ve poco. La teniente encargada de coordinar el rastreo intenta equilibrar la balanza. Sin juzgar en ningún momento, sus preguntas hacen progresar la historia hacia el drama humano. El fondo y la forma se coordinan en un plano secuencia de ochenta minutos en lo que todo pasa a tiempo real: la incredulidad primero, luego la incertidumbre, luego la angustia, luego el desahogo, la confesión y la asunción del fracaso. 

El elefante en la habitación, o en este caso, en el bosque, se hace tan grande que impide respirar. La noche amenaza con caer en un territorio que ellos creían más civilizado pero en el que habitan pumas, pero nunca llega, porque ya está dentro de las almas de esa pareja urbana con una vida como las nuestras. La cámara a centímetros de los rostros nos interpela, no nos deja apartarnos siquiera para mirar fugazmente el móvil. No hay tiempo para divagar, y el castigo del título se desvela poliédrico. Castigo, ¿para quién?

TÍTULO ORIGINAL: El castigo 

AÑO: 2022

DURACIÓN: 86m

PAÍS: Chile

MÚSICA: Gustavo Pomeranec

FOTOGRAFÍA: Gabriel Díaz

REPARTO: Antonia Zeglers, Néstor Cantillana, Catalina Saavedra, Yair Yuri. 

martes, 28 de marzo de 2023

EL MUNDO SEGÚN PHILOMENA CUNK (CUNK ON EARTH)



 La TDT llegó a España hace ya lejanas fechas y lo hizo acompañada de multitud de canales de contenido tan extravagante como adictivo. Entre ellos, los consagrados al documental digamos no excesivamente riguroso, con temas fetiche como el mundo extraterrestre y la Segunda Guerra Mundial. La estructura narrativa, nada nueva ya y posteriormente perfeccionada por las distintas plataformas, incluye siempre un careo entre el presentador/entretenedor/explorador y una miríada de expertos que se prestan a resolver las dudas más básicas con su didáctica natural alejada de la cátedra que ocupan en los ratos que les dejan las grabaciones y paseos. 

Casi al mismo tiempo, allá por 2014, los espectadores generalistas españoles se toparon con un concepto nuevo, el "mockumentary". "Operación Palace", episodio de la primera etapa de Salvados, sigue siendo a día de hoy la emisión más vista de la cadena que lo emitió y promocionó profusamente durante semanas con el eslogan "este no es un documental más sobre el 23 F".  Desde luego que no, y aún hoy funciona como detector de cuñados en cenas familiares y recolector de ofendidos y timados bramando en las redes.  "Yo no me lo tragué", "Yo lo vi claro casi desde el principio". Ya. 

Cunk on Earth, documental paródico acerca de los momentos estelares de la Humanidad en cómodas cinco dosis de treinta minutos original de la BBC, merecería sin duda la portada de Netflix, sumergida como está en series que rezuman la misma parodia pero involuntaria, que es peor siempre. Sin que sirva de precedente, el título en castellano es particularmente acertado porque el nombre de la conductora retrotrae al espectador de ciertas regiones a días de su vida de todo menos rutinarios, y así ya uno se predispone a la humorada. Eso, y que el productor es nada menos que Charlie Brooker, que recupera uno de sus primeros personajes de ficción, la sagaz periodista Philomena Cunk, antes de Black Mirror.

Philomena, a la que da vida y sabiduría la cómica Diane Morgan (Derry Girls), es un ejemplo encomiable de superación. Sin miedo ni vergüenza ninguna, se sobrepone a su ignorancia de todo e interroga a los consabidos expertos regando las preguntas de malas pronunciaciones de nombres y equívocos de toda índole que dan lugar a dobles sentidos muy dignamente subtitulados.  Cuando un experto o experta le frunce el ceño y balbucea con incredulidad por su falta de atención y de instrucción, Philomena se pone muy digna y contraataca. En el primer episodio, afirma rotunda que las pirámides de Egipto tienen esa forma para evitar que durmieran sin techo en su interior. En el segundo, consigue que una profesora de la Universidad de Londres nombre a Jesucristo primera víctima de la cultura de la cancelación. En el tercero asistimos al único amago de pérdida de papeles por parte del académico participante. Filomena le pregunta a la compositora y profesora de música en Westminster qué significa la letra de la Quinta Sinfonía de Beethoven. "Dum, dum, dum, dum". Se pregunta si no es hiriente para la audiencia que se le llame tonto (dumb) todo el tiempo.  Los sentidos suspiros de la doctora nos llegan al alma y deseamos acabar con su sufrimiento. En el quinto desquicia a un pobre norteamericano que intenta explicarle que el derecho a portar armas consagrado en la Constitución, al que ella alude como "osar", no tiene que ver con cazar osos. Este capítulo concreto, el de América, es punzante a rabiar. Filomena no se cansa de exhibir la mítica superioridad moral británica  frente al antiguo colono, siempre desde su ingenuidad de fachada. En el sexto intenta horadar la paciencia del historiador a base de decir Lennon por Lenin. No lo consigue. Qué importante es la fonética. 

Los antagonistas, o posibilitadores del show hacen gala de una profesionalidad más propia de los que deben repetir lo mismo varias veces al día a jaurías adolescentes. En el primer episodio, Filomena espeta a una doctora en Filosofía su certeza de que el cerebro humano se compone de tuberías, y los pensamientos van por ellas pero no sabe cómo los filósofos consiguen transportarlos y expelerlos. La contendiente, muy a favor del refuerzo positivo, le concede que es una forma interesante de verlo, lo que provoca su derrota dialéctica por verborrea del contrario. 

Es inevitable recordar los encontronazos de Borat, el repelente personaje de Sacha Baron Cohen, aunque Filomena exhibe mejor las muecas de desagrado cuando el experto le contradice, por más suavidad que emplee. 

Filomena somos todos. Cuando pontificamos sin saber, cuando pretendemos que nuestra opinión sea ley y respondemos con una risilla a los datos que nos descabalan la teoría. Somos todos menos yo. 

domingo, 5 de marzo de 2023

CINE: ELLAS HABLAN (2022)


Un homenaje a la imaginación de las mujeres. Este es el leiv motiv con el que se presentó hace un par de años Women Talking, la segunda novela de la canadiense Miriam Toews, que se ha hecho un hueco entre la narrativa contemporánea de prestigio, publicada para el mundo hispanohablante por la siempre atractiva editorial mexicana Sexto Piso. Con este lema comienza también el largometraje homónimo dirigido por la otrora musa del cine independiente norteamericano con el que tantos universitarios gafapastas debutaron en la cinefilia de los noventa. 

Un punto de partida para no olvidar durante el transcurso de la historia, pues, aunque basada en tremendos hechos reales, solo toma de ellos la acotación inicial acerca del qué y el quién. El cómo ya difiere, y el dónde y el cuándo son directamente eliminados en favor de una indeterminación nebulosa que nos remite a  la universalidad y la atemporalidad, y elimina la idea balsámica de "eso ahora no pasaría", o "eso, en mi entorno, no pasaría". Sin olvidar la inclusividad del título original, desgraciadamente perdida en la traducción "Ellas hablan". 

La relación entre mujeres y habla ha sido construida desde el prejuicio milenario. El estereotipo de mujer que no calla o que solo abre la boca para criticar persiste en nuestras generaciones más jóvenes. No de otra manera se ha hecho necesaria la promoción del concepto de "sororidad", frente a la no menos estereotipada sana camaradería masculina. La adaptación de Polley es un canto muy consciente pero anacrónico a esa alianza que amaga por brotar entre esas mujeres que hablan, de manera harto elocuente a pesar de que se les ha negado el derecho a la formación más básica. Para los prejuiciosos, la película es eso, hora y cuarenta minutos de mujeres que hablan, bajo la inmortal regla de las tres unidades. Es de imaginar por tanto, una versión dramatúrgica que complete la tríada de éxito.

Una conversación apasionada en el piso de arriba de un granero, acerca de un solo dilema, quedarse y luchar, o irse, que debe terminar al anochecer de ese día. El único hombre en la habitación, y en la pantalla es August, el maestro y, como le esputan en algún momento, granjero fracasado, hijo de exiliados de la colonia, que vuelve para cambiar las cosas y porque está enamorado de Ona, una de las mujeres violadas y la que peor parte se lleva, al quedarse embarazada siendo soltera, y a la que Rooney Mara aporta firmeza y ternura. Además de un impactante plano inicial. Ben Wisham, en un rol muchísimo más contenido y compungido que en la fenomenal serie británica Esto te va a doler, cristaliza otro de los puntales ideológicos de la discusión, ese "no todos los hombres" hace ya tiempo convertido en meme pero no por sobado menos cierto. Hay que reconocer aquí la inteligencia del guion, al igual que en momentos de suma duda, como si dejar o no que los adolescentes las acompañen. La defensa razonada que hace de ellos el maestro será sin duda compartida por todos los que desempeñan este sufrido oficio.

La imaginación femenina marca no solo la ética sino también la estética. Los hermosos planos aéreos y a ras de hierba, las secuencias de niños y niñas jugando juntos, el improbable personaje trans, son solo una fantasía. El choque con la sangre, los golpes, las palabras de los ministros, la escuela vetada, es la realidad. La decisión de situar el culmen narrativo cuando el sol se ha ido, en un lugar que ha renunciado a la electricidad, hace que confluya la oscuridad en la que sobreviven esas mujeres después de los ataques, y la de la noche última que promete un nuevo día. Una negrura quizá excesiva para una sala de cine, amplificada por la partitura hipnótica de la islandesa Hildur Guðnadóttir.

Pero, al fin y al cabo, esta es una película de tesis. Y como tal, cae en la tentación de reiterar sus líneas maestras al espectador, que, no olvidemos, ya acude convencido. Se advierte, por tanto, cierta ansiedad y mucho esfuerzo en no dejar resquicio al cuestionamiento. Los caracteres que ejercen la contraparte, la de quedarse y luchar o quedarse y perdonar, están condicionados por la narrativa hegemónica de la colonia. Es el caso de Mariche (Jesse Buckley), una esposa maltratada que aguarda el regreso fatídico de su marido con una resignación digna de Solo ante el peligro y que vomita su rabia ante las que osan mostrarse vulnerables. Y, sobre todo, la casi silente y por ello demoledora aparición de Frances McDormand, a la sazón productora, junto con Brad Pitt. Aquí, con apenas unos minutos esparcidos por el metraje, llena la pantalla de una sentenciosidad contundente, implacable, emparentada con la Bernarda Alba lorquiana. 

Las exaltadas intervenciones de las veinteañeras y treintañeras encuentran su equilibrio en los parlamentos de las dos mujeres mayores, no ancianas aún, pero que se intuyen omitidas por los atacantes. Son ellas las que dan el punto de sensatez a la decisión que están a punto de tomar. El elefante en la habitación, o granero, que tensa desde el inicio el principio de verosimilitud (a dónde van a ir/las van a dejar irse), se va desvaneciendo en favor de la emoción y la épica.

TÍTULO ORIGINAL: Women Talking

AÑO DE PRODUCCIÓN: 2022

PAÍS:EEUU

DIRECCIÓN: Sarah Polley

GUION: Sara Polley, Miriam Toews, basado en la novela Women Talking, de esta última.

MÚSICA: Hildur Guðnadóttir

FOTOGRAFÍA: Luc Montpellier

REPARTO: Rooney Mara, Claire Foy, Jesse Buckley, Ben Whisham, Frances McDormand,  Judith Ivey, Sheila McCarthy, Michelle McLeod.


domingo, 29 de enero de 2023

TESTOSTERONA, de Carole Hoover

 

Arpa es actualmente la cabeza de cartel editorial junto con Capitán Swing en este tipo de ensayo ligero pero riguroso que responde a las necesidades informativas del público internauta hastiado de diálogos de besugos en Twitter. Dentro de su catálogo destaca, por su repercusión, La España de las piscinas, de Jorge Dioni y, con el título que aquí nos incumbe, es de agradecer que no esquive las polémicas más agrias. Título rotundo, sin el subtítulo en exceso explicativo del original (T: The Story of Testosterone, the Hormone that Dominates and Divided Us), y primeras páginas que subrayan el carácter de investigación científica que vertebra la obra. Reiteradamente se nos recuerda que no estamos ante un reportaje de entretenimiento con barniz de saber, sino  investigación de años por parte de una doctora por Harvard en biología evolutiva, que, evidentemente, va a escorarse hacia su propio terreno. Aun así se pliega a los deberes de la moderna divulgación en asuntos como tener que explicar lo evidente y confeccionar el relato con puntadas autobiográficas y una primera persona bastante más narrativa que científica. 
El enfrentamiento dialéctico que define la sociedad de nuestros días es sin duda el de biología vs. educación, o "nature vs. nurture", con mejor sonoridad. Carole Hoover se aplica a pinchar el globo del género como construcción únicamente social y por tanto maleable y modificable, y nos recuerda que los genes importan y que el cóctel hormonal rige nuestros comportamientos, aunque la mezcla vaya variando y podamos interferir en su composición. Se dirige a los que ella llama "escépticos de la testosterona desmontando sus tres  premisas principales: La escasa diferencia entre la T en hombres y mujeres, la escasa influencia de T en el desempeño deportivo, y la escasa repercusion de T en el pensar y obrar masculino. Con profusión de ejemplos del mundo animal, incluyendo una impactante introduccion con chimpancés, nos recuerda que el ser humano viene de donde viene a pesar de haber pasado la Ilustración. Eso sí, conservamos la capacidad de corregir los comportamientos reptilianos, y ahí asoma el poder del conocimiento y de la educación. Que a nadie se le ocurra deducir de mis palabras, viene a decir la investigadora, que el ser humano masculino no puede evitar pensar y actuar con dominación y abuso, porque ya sabemos que eso no está bien. 
La testosterona es la responsable de la mayor agresividad e impulsividad que hace de los hombres, añado,  los mayores infractores de tráfico, el mayor número de bajas por balconing,  o las candidaturas más estrambóticas a los premios Darwin, sí, pero no es el catalizador de un destino irremisible a la manera de las tragedias clásicas. Otra muestra más de la necesidad de erradicar una de las falacias más dañinas de nuestros días, la del "por el mero hecho de ser..." en sus múltiples variantes. 
Hoover ahonda en el concepto biológico del intergenerismo, precursor del enfrentamiento actual acerca de lo trans. Recuerda el emblemático caso de Caster Semenya, que desconocerán casi todos los vocingleros actuales, que nos recuerda la diferencia que existe entre lo que se nos da y lo que podemos elegir. Inevitable recordar la estupenda y visionaria Middlesex, de Jeffrey Eugenides. 
Aun la "red flag" que supone para algunos un elogio de Steven Pinker, son estas páginas muy recomendables y, si se prefiere la versión audiovisual, ahí está la cantidad de podcast y youtubers que han requerido a la autora para explicar su versión de los hechos, indiscutible ayer y tan a la contra hoy,

Testosterona, de Carole Hoover. Traducción de Álex Guardia Berdiell. Arpa Editores,2022. 335 páginas.